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La Pastoral de la Vida a la luz del Magisterio de Juan Pablo II
¿Qué lugar ocupaba la defensa y promoción de la vida, en el Magisterio de Juan Pablo II?


Por: Felipe de Urca | Fuente: http://juanpabloinolvidable.blogspot.com



¿Qué lugar ocupaba la defensa y promoción de la vida, en el Magisterio de Juan Pablo II?

Consciente de las especiales dificultades de la cultura contemporánea para reconocer el significado y valor de la vida humana en toda su plenitud, Juan Pablo II colocaba “el Evangelio de la vida” en el centro de su magisterio. La encíclica Evangelium Vitae, es una bellísima exposición del valor sagrado e inviolable de toda vida humana, desde su inicio y hasta su término. Sobre este valor se fundamentan, advertía el Papa, la convivencia humana y la misma comunidad política.

No ha faltado en sus intervenciones, la denuncia de las amenazas que se ciernen sobre la vida humana: el aborto, la eutanasia y la manipulación de embriones; también el terrorismo y la explotación económica que condena al hambre a poblaciones enteras.

Juan Pablo II observaba una especie de eclipse del valor de la vida en nuestra cultura contemporánea, y por eso pedía a todos los miembros de la Iglesia, que ofrezcan nuevos signos de esperanza para edificar una civilización de la verdad y del amor.

¿Qué les ha dicho el Papa a la familia?

Cuando Juan Pablo II le hablaba a la familia, pensaba siempre en la Sagrada Familia de Nazaret. Cristo vino al mundo en el seno de una Familia. Y Cristo viene a cada una de nuestras familias en la medida en que son lo primero y los más importante para cada uno de nosotros, y, así, se cumple lo que afirma el Concilio Vaticano II, que Cristo “manifiesta plenamente el hombre al propio hombre”. Muchas han sido las ocasiones en las que Juan Pablo II se ha dirigido a las familias. Hay dos textos suyos de especial relevancia: la encíclica “Familiaris consortio” y la Carta a las Familias, con motivo del año internacional de las familias. En ambos textos, el Papa insiste en que no hay persona, ni sociedad, sin familia. La especial preocupación de la Iglesia, y el particular trabajo por la causa de la familia, no es más que un empeño por la dignidad del hombre, por la defensa del hombre en toda su integridad. La familia es la auténtica escuela de amor, de verdad, de caridad, de libertad y de generosidad. El futuro del hombre, de la humanidad, depende de la familia. “La Iglesia, ha escrito Juan Pablo II, conoce el camino por el que la familia puede llegar al fondo de su más íntima verdad. Este camino, que la Iglesia ha aprendido en la escuela de Cristo y en la de la historia no lo impone, sino que siente en sí la exigencia apremiante de proponerla a todos sin temor, con gran confianza y esperanza, aun sabiendo que la “buena nueva” conoce el lenguaje de la cruz”.

¿Qué les ha dicho Juan Pablo II a los niños?

Un día, Jesús, dijo “Dejad que los niños se acerquen a mí”. Juan Pablo II también ha repetido las palabras del Maestro: Dejad que los niños se acerquen a mí. El 13 de diciembre de 1994, el Papa escribió una deliciosa carta a los niños del mundo en la que les decía que “si es cierto que un niño es la alegría no sólo de sus padres, sino también de la Iglesia y de toda la sociedad, es cierto igualmente que en nuestros días muchos niños, por desgracia, sufren o son amenazados en varias partes del mundo: padecen hambre y miseria, mueren a causa de enfermedades y de la desnutrición, perecen víctimas de la guerra, son abandonados por sus padres o condenados a vivir sin hogar, privados del calor de una familia propia, soportan muchas formas de violencia y de abuso por parte de los adultos”. Juan Pablo II nos ha enseñado a los mayores, hablando a los niños, qué significa aquello que dijo Jesús: ¿Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos? Sólo quienes encuentran en Dios a un Padre; sólo los que están llenos de entrega confiada y son ricos en bondad y puros, son como niños. La mejor tarjeta de presentación para entrar en el reino de los cielos.

¿Qué les ha dicho Juan Pablo II a los ancianos?

Cumplidos ya 79 años, un día, Juan Pablo II, cogió su pluma y se puso escribir una carta a los ancianos. La carta comenzaba así: “He sentido el deseo, siendo yo también anciano, de ponerme en diálogo con vosotros. Lo hago, ante todo, dando gracias a Dios por los dones y las oportunidades que hasta hoy me ha concedido en abundancia”. Más adelante, el Papa anciano nos recordaba a todos que “los ancianos ayudan a ver los acontecimientos terrenos con más sabiduría, porque las vicisitudes de la vida los han hecho expertos y maduros. Ellos son depositarios de la memoria colectiva y, por eso, intérpretes privilegiados del conjunto de ideales y valores comunes que rigen y guían la convivencia social. Excluirlos es como rechazar el pasado, en el cual hunde sus raíces el presente, en nombre de una modernidad sin memoria”. Y, al final, el Papa anciano invitaba a los ancianos del mundo a rezar con él: “Cuando venga el momento del “paso” definitivo, concédenos afrontarlo con ánimo sereno, sin pesadumbre por lo que dejemos. Porque al encontrarte a Ti, después de haberte buscado tanto, nos encontraremos con todo valor auténtico experimentado aquí en la tierra, junto a quienes nos han precedido en el signo de la fe y de la esperanza”.

¿Qué les ha dicho el Papa a las mujeres?

El 4 de septiembre de 1995 se inauguró la Conferencia de Pekín sobre la mujer en el mundo. La Secretaria General de esa conferencia, la señora Gertrude Mongella, se había reunido meses antes con Juan Pablo II. Al término de la entrevista comentó que “si todo el mundo razonara como Juan Pablo II, no sería necesario celebrar conferencias de esta clase”. El 29 de junio de 1995, Juan Pablo II escribió una Carta a las mujeres en la que decía “la dignidad de la mujer ha sido ignorada con demasiada frecuencia y sus prerrogativas, tergiversadas. Se las ha relegado al margen de la sociedad y se las ha reducido a simples siervas, lo que ha conducido a un empobrecimiento espiritual de la humanidad”. Juan Pablo II ha explicado, como nadie, lo que es y significa “el genio femenino”, y nos ha recordado a todos que “el respeto por la mujer, el asombro por el misterio de la feminidad, y en fin, el amor esponsal de Dios mismo y de Cristo como se manifiesta en la Redención, son todos elementos de la fe y de la vida de la Iglesia que no han estado nunca completamente ausentes de Ella”. Juan Pablo II ha abierto las espuertas a una rica y fecunda teología de la mujer, que se fija en la Virgen María como inspiradora sin igual.

¿Por qué consideraba Juan Pablo II a la familia una esperanza firme para el futuro de la humanidad?

El Papa ha dedicado una parte importante de su predicación a explicar el profundo misterio de la unión conyugal, así como la vida de la familia que nace de ella. El ser humano no fue creado para la soledad, sino para la comunión, y ésta se realiza de un modo singular en la relación entre un hombre y una mujer que deciden unir sus existencias en un único proyecto de vida. Juan Pablo II observaba que a pesar de las dificultades, Jesús no dejó de afirmar el designio originario de Dios sobre el matrimonio: un amor incondicional, indisoluble y abierto a la vida. Como pastor cercano, el Papa no desconocía las dificultades y los dramas en la vida de las familias, pero también sabía que Jesús proporciona a los esposos, a través del sacramento, la gracia necesaria para superarlas. Las familias cristianas están llamadas a ofrecer un testimonio de caridad y acogida, convirtiéndose así en protagonistas de la misión de la Iglesia.

¿Cómo entendía Juan Pablo II la relación entre la fe y la razón humana?

Para Juan Pablo II la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Por una parte, en el hombre alienta el deseo de conocer la verdad de sí mismo, de la realidad entera y de su Misterio último, que es Dios. Por otra, Dios mismo ha querido revelarse en términos comprensibles, a través de las palabras y los gestos de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. En su encíclica Fides et Ratio, Juan Pablo II muestra el drama de la separación entre fe y razón, porque si la razón del hombre se ve privada de la Revelación, se vuelve presuntuosa o tiende a renunciar a su meta final; y si la fe ignora la razón, corre el peligro de verse reducida a mito o superstición.

Por eso ha pedido a los filósofos y científicos una nueva apertura al anuncio cristiano, y a los teólogos, un renovado empeño para expresar la fe en el contexto cultural de nuestro tiempo.

¿Que decía el Papa a los jóvenes novios y matrimonios en un mundo en el que la familia está siendo atacada?

Con ocasión del encuentro del Papa con los jóvenes en el estadio Santiago Bernabéu en su primera visita a España, dirigiéndose a los jóvenes les dijo: “Jóvenes que me escucháis... Cristo desea enseñaros la maravillosa riqueza del amor conyugal. Dejad que sea Él quien hable a vuestro corazón. No huyáis de Él. Tiene algo importante que deciros para el futuro de vuestro amor...” Invitaba a los jóvenes a que se esfuercen por descubrir la verdadera dimensión del amor, dejando de lado lo que el mundo quiere venderles. Los jóvenes han de hacer que el amor vuelva a su fuente: Cristo, siendo testigos de la verdad, del amor... única verdad digna de seres humanos, llamados a formar parte de la familia de Dios...
 







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