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Autor: | Editorial:



Dios regala su Espíritu para la vida en abundancia
















UNIDAD 2 Dios nos regala su Espíritu para que tengamos vida en abundancia

TEMA 7 Los sacramentos de iniciación cristiana
TEMA 8 Jesús nos promete al Espíritu Santo, que nos ayude a vivir nuestro bautismo
TEMA 9 Jesús nos cumple la promesa del Espíritu Divino en Pentecostés
TEMA 10 Los nombres y símbolos del Espíritu Santo


TEMA 7 Los Sacramentos de iniciación cristiana

OBJETIVO


Tomar conciencia de la íntima relación que existe entre los sacramentos del Bautismo, la confirmación y la Eucaristía, los cuales forman juntos el camino de la iniciación cristiana, para saber comprometernos al proceso de maduración de la fe.

NOTAS PEDAGÓGICAS

La mayoría de las personas conoce distintos tipos de procesos: la vida humana, el crecimiento de plantas y animales, la fabricación de un producto, etc.

Aplicar esas experiencias a la vida cristiana, que como un proceso inicia con el conocimiento de Jesucristo, continúa con la adhesión a su persona y a su mensaje, y llega a la plenitud en el compromiso y proyección en la propia comunidad.

El catequista debe tener muy presente que en una gran mayoría de personas de nuestro medio, celebran la Confirmación como algo independiente, desconectado de los demás sacramentos.

VEAMOS

La vida es un continuo movimiento. Un día, seguido de otro lleva poco a poco a un crecimiento, a un desarrollo, a un tratar de ser mejores.

Podemos constatarlo en las etapas del desarrollo de la persona. El grupo dialoga a partir de las siguientes preguntas:

¿Cuáles son las principales etapas de la vida? ¿Qué características tiene cada etapa?

Dejar un tiempo suficiente para el diálogo.

Ahora, en varios pliegos de papel, vamos a tratar, con dibujos, de expresar nuestras respuestas sobre las características de cada etapa de la vida. Una vez terminados los dibujos los colocamos al frente para que todos los vean a lo largo de la sesión. Posteriormente utilizaremos los dibujos en la celebración.

PENSEMOS

La persona pasa por distintas etapas a lo largo de su vida:

Infancia: No tiene conciencia de sí mismo ni de lo que le rodea. Pero poco a poco, con el paso de los meses y años, va tomando conciencia de su propia identidad y del lugar que ocupa en su familia.

Adolescencia: No tiene todavía los conocimientos ni la fuerza necesaria para situarse ante la vida con determinación. Es por esto que cambia continuamente de estado de ánimo: alegre, dinámico, generoso, cumplido y otras veces callado, indeciso e irresponsable.

Juventud: Se llega a esta etapa cargado de energía, salud e ideales. Se está en la mejor disposición de iniciar cualquier empresa.

Adultez: Se alcanza esta etapa cuando la persona va más allá de si misma y de sus propios intereses. Cuando descubre las necesidades de los demás y comparte generosamente lo que tiene: afecto, comprensión, tiempo, bienes, etc.

Este proceso de la vida natural se va dando paso a paso y nos exige: tiempo, paciencia, reflexión y ayuda de muchas personas. No se puede improvisar, ni lo podemos realizar de un día para otro.

Asimismo, desde los inicios de la vida de la Iglesia, para llegar a ser cristiano también se sigue un proceso, un camino y una iniciación que consta de varias etapas: el anuncio gozoso del Evangelio; la acogida del Evangelio que nos lleva a la conversión; la profesión de le; el Bautismo, puerta de entrada a los demás sacramentos; la efusión del Espíritu Santo en la Confirmación; y la participación en el sacramento de la Eucaristía (ver CIC 1 229).

Los sacramentos corresponden a todas las etapas y a todos los momentos importantes de la vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los cristianos. En ellos encontramos una cierta semejanza entre las etapas de la vida natural y las etapas de la vida espiritual (ver CIC 1210).

"Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda vida cristiana" (CIC 1212).

El sacramento del Bautismo marca el inicio de toda vida sacramental (ver CIC 1213). En el Bautismo nacemos a una vida nueva (ver Jn 3, 5), somos purificados del pecado (ver He 2, 38), adquirimos en Cristo la condición de hijos de Dios (ver Rom 8, 15-16; Gá1 4, 5-7), templos del Espíritu Santo (ver He 2, 38) y miembros vivos de la Iglesia (ver 1 Co 12, 1 3).

Por el sacramento de la Confirmación los bautizados vamos avanzando por el camino de la iniciación cristiana, quedamos enriquecidos con el don del Espíritu Santo y nos une más estrechamente a la Iglesia, nos fortalece e impulsa con mayor fuerza a que, de palabra y obra, seamos testigos de Cristo y propaguen y defiendan la fe (ver CIC 1316; CDC 879).

La Eucaristía es el tercer sacramento de la iniciación cristiana, y su culmen (ver CIC 1 322). Es el memorial del sacrificio de Cristo en la cruz y el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y en la Sangre del Señor. La celebración del banquete Eucarístico está totalmente orientada hacia la unión íntima de los fieles con Cristo. Es el pan que nutre nuestra fe y nos abre a los demás preocupándonos por su bien, estimulándonos a la fraternidad.

"La participación en la naturaleza divina, que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la Confirmación y finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna, y así, por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con más abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad" (CIC 1212).

Los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación (]unto con el del Orden Sacerdotal) dan, además de la gracia, un carácter sacramental o "sello" espiritual que permanece para siempre en el cristiano como disposición positiva para la gracia, como promesa y garantía de la protección divina y como vocación al culto divino y al servicio de la Iglesia. Por eso estos sacramentos se reciben una sola vez en la vida (ver CIC 1121; 1272-1274; Ef 4,30)

De esta manera podemos comprender la íntima relación que existe entre el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, y el por qué se les llama sacramentos de iniciación cristiana.

ACTUEMOS

El catequista motiva al grupo hacia un verdadero compromiso partiendo de la siguiente reflexión:

¿Cuál ha sido nuestra experiencia en la vivencia de los sacramentos de iniciación cristiana?

¿Consideramos que hemos llegado a la madurez cristiana, es decir, a la vivencia sólida, plena, incondicional del seguimiento de Jesucristo?

Ahora nos reunimos en pequeños grupos los papás y padrinos de cada adolescente que se confirmará y formulemos nuestro compromiso:

¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos o ahijados lleguen a vivir plenamente su iniciación cristiana?

El compromiso de cada pequeño grupo lo escribimos en un papel para presentarlo en la celebración.

CELEBREMOS

Colocamos algunos dibujos de las diferentes etapas de la vida de la persona como formando un camino intercalando entre los dibujos algunos pliegos de papel en blanco; al final del camino colocamos un Cristo y el grupo se coloca a los lados del camino.

Escuchamos la lectura de la Palabra de Dios tomada de la carta a los Efesios 4, 1-6.

Dejamos un momento de reflexión en silencio.

Cada pequeño grupo lee en Voz alta su compromiso y después lo coloca en los pliegos de papel en blanco que se encuentran entre los dibujos, como tratando de llenar el camino y que no queden espacios vacíos.

Terminamos cantando juntos el coro y la primera y tercera estrofa del canto:

IGLESIA PEREGRINA

Todos unidos formando un solo cuerpo un pueblo que en la Pascua nació, miembros de Cristo en sangre redimidos, Iglesia peregrina de Dios. Vive en nosotros la fuerza del Espíritu, que el Hijo desde el Padre envió. El nos empuja, nos guía y alimenta, Iglesia peregrina de Dios.

Somos en la tierra semilla de otro reino, somos testimonio de amor, paz para las guerras y luz entre las sombras, Iglesia peregrina de Dios, paz para las guerras y luz entre las sombras, Iglesia peregrina de Dios.

Rugen tormentas y, a veces , nuestra barca parece que ha perdido el timón. Miras con miedo nos tienes confianza, Iglesia peregrina de Dios. Una esperanza nos llena de alegría, presencia que el Señor prometió. Vamos cantando, él viene con nosotros, Iglesia peregrina de Dios.

Somos en la tierra semilla

Todos nacidos en un solo Bautismo, unidos en la misma Comunión. Todos viviendo en una misma casa, Iglesia peregrina de Dios. Todos prendidos en una misma suerte, ligados a la misma salvación. Somos un cuerpo y Cristo es la Cabeza, Iglesia peregrina de Dios.

Somos en la tierra semilla

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