
Santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40. Viernes XX del Tiempo Ordinario

Sonreír ¡Un cristiano siempre es alegre!

La importancia de la oración no está en la sofisticación sino en la pasión con la que expresamos nuestro cariño y la necesidad que tenemos de Dios.

En la oración tenemos un lugar donde acudir en medio del ambiente de inseguridad.

Es posible porque tenemos presente el poder amoroso del Padre

Lo más importante es saber acompañar a Jesús en su crucifixión, a semejanza de Santa María Magdalena.

"Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio" (Mt 12,36).

"Si realmente pusiéramos en práctica las palabras de Jesús, todos los conflictos de la tierra poco a poco desaparecerían".

Escuchar la palabra de Cristo es el único camino por el que el hombre cree o llega a la fe.

La Virgen pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón.

La experiencia de Jesús ha quedado como una recomendación para no pasar por alto, cuando llega la enfermedad y el sufrimiento.

Recuperar el valor maravilloso de la palabra que nace del silencio habitado por Dios.

Dios nos espera en la oración para llevarnos por ese proceso de purificación que, aunque sea doloroso, logrará ensanchar nuestro corazón.

Se puede repetir cuando pensamos con gratitud y reverencia por aquellos que nos han precedido.