Tema 3.1: La Analogía
Por: P.Alfonso Aguilar | Fuente: catholic.net

Objetivos
1. Explicar el cambio, la limitación y la multiplicidad de los entes del universo por medio de los principios de acto y potencia.
2. Distinguir los diversos tipos y dimensiones del acto y la potencia en todos los entes.
A. El problema: ¿cómo podemos aplicar la misma noción de «ente» a entes diversos?
1. El problema de «ente» en su doble aspecto
Hemos aplicado un mismo término lingüístico y concepto –«ente»– a un sinfín de realidades distintas, singulares, no sólo en lo que se parecen (por ejemplo, perro y mosca son animales), sino también en lo que se diferencian (perro es mamífero y mosca es insecto). ¿Hay correspondencia entre nuestro lenguaje, nuestro pensamiento y la realidad? Este problema incluye un aspecto metodológico y otro ontológico, que forman, por decirlo así, dos caras de la misma moneda.
a. El aspecto «metodológico»: cómo expresamos y pensamos la realidad
¿Puede una misma palabra y noción intelectual –ente– abarcar a todos los individuos con sus características particulares y a todo lo que les asemeja y distingue entre sí? ¿Qué clase de término es «ente» (problema lingüístico) y qué significado tiene (problema gnoseológico)?
b. El aspecto «ontológico»: cómo es la realidad misma
Los entes del mundo, ¿son en el fondo una misma cosa con diferencias aparentes? ¿Son individuos completamente diversos unos de otros pero asociados por comodidad o por necesidad con el mismo vocablo y concepto «ente»? ¿O son realidades en parte semejantes, en parte diversas? En el primer caso, el término y la noción ente significa y se refiere a lo mismo en todos los sujetos a los que se atribuye; en el segundo caso, significa y se refiere a algo totalmente distinto en cada sujeto; en el tercero, significa y se refiere a algo de los sujetos que en parte se asemeja y en parte se diferencia (42).
2. El problema de «no-ente»
No solamente el término, el significado y la realidad «ente» en su dimensión positiva es problemática, también lo es en su estatuto «negativo». Con frecuencia hablamos y pensamos realidades negativas o no-entes, tales como «muerte», «carencia», «sordera», «insatisfacción», «agujero», «desorden», «fallo»,
«privación». Estas palabras, ¿a qué tipo de conceptos y de «realidades» corresponden?
B. La solución al problema metodológico:
la analogía lógica y lingüística
1. La noción lingüística
Con respecto a su significado distinguimos tres tipos de términos en el lenguaje ordinario:
a. Términos unívocos
Hay palabras que se usan siempre con el mismo significado para todos los sujetos a quienes se les atribuye. Así, predicamos por igual el contenido de «insecto» a la mosca, a la araZa y a la hormiga. Atribuimos el mismo significado de «planeta» a Venus, Tierra y Júpiter. Al término unívoco le corresponde un solo concepto o contenido.
b. Términos equívocos
Por el contrario, muchas palabras se usan con dos o más significados completamente diversos entre sí. «Vela», por ejemplo, puede significar candela, vigilia, lona del barco, toldo para hacer sombra. «Puro» se aplica a quien es íntegro o casto, a lo exento de toda mezcla o al cigarro fabricado con hojas de tabaco sin picar. En una misma palabra coinciden conceptos diversos.
c. Términos análogos
Hay términos, finalmente, que de sujetos diversos predican un significado en parte igual y en parte diferente: igual bajo un aspecto, diverso bajo otro. Así, cuando hablamos de «luz natural», «luz eléctrica», «luz de la razón», predicamos el mismo contenido («lo que hace visible los objetos»), pero con distintas connotaciones: una es producida por un agente natural como el sol (luz natural), otra por la electricidad (luz eléctrica), la otra es interna a la inteligencia (luz de la razón). Al término análogo le corresponde un solo concepto o contenido con diversos sentidos.
2. Los múltiples significados de ser y ente
En estos términos análogos podemos distinguir cuatro grandes grupos de significados.
a. El ser o ente accidental o coincidencial (en la escolástica, ens per accidens)
Es todo ente compuesto por elementos cuya unión no se encuentra intrínsecamente exigida por la naturaleza de ninguno de ellos; simplemente acaecen. En «Pedro es abogado» y «este hombre es fumador» se da una unión casual, de coincidencia, entre Pedro-abogado y hombre-fumador, ya que no hay conexión necesaria entre ambos términos: Pedro puede ser Pedro sin ser abogado, así como para ser hombre no se necesita ser fumador.
b. El ser o ente categorial o predicativo (también llamado ens per se)
Indica una manera efectiva de ser, o sea, una de las diez categorías: «esto es una mosca» (substancia), «está zumbando» (acción), «está en el cuarto» (lugar), etc.
c. El ser veritativo y el no-ser falsificativo (escolástica: ens ut verum y non-ens ut falsum)
Se refiere a toda proposición o entidad mental en que se predica algo de un sujeto para describir lo que es. Cuando decimos «este pastel es muy sabroso, ¿verdad?», usamos «es» para significar que mi descripción coincide con la realidad. Si digo «el alma humana es mortal» no expreso las cosas como son y, por tanto, uso un no-ser falsificativo.
d. El ser existencial o el ser en acto y potencia
El ser en potencia expresa la capacidad del sujeto: «Manolo es un gran toreador», pero ahora no está toreando. El ser en acto se refiere, simplemente, al existir del sujeto, o sea, a la actualización de una esencia concreta: «Manolo es», «hay moscas», «los ángeles existen». Estos dos significados se aplican a todos los significados anteriores: los seres accidental, categorial y veritativo pueden estar en acto o en potencia.
Estos cuatro grupos de significados se interrelacionan de tal modo que, cuando decimos «la rana está croando», usamos el ser en acto, como el accidente acción del ser categorial y, tal vez, como ser veritativo. Hay, además, una jerarquía estructural en estos significados: expresamos el ser accidental con referencia al ser categorial y el ser en potencia con referencia al ser en acto (43).
C. La solución al problema ontológico:
la analogía metafísica
1. La unidad y las diferencias entre los entes
El uso de ser y ente como términos lingüísticos análogos y como nociones análogas con diversos grupos de significados, irreducibles a un significado único, no hace más que expresar la multiplicidad, la variedad, la riqueza inagotable de la realidad. El ente es en sí análogo, porque es trascendental, es decir, porque expresa toda la realidad de la que se habla y la expresa totalmente, hasta en sus diferencias más minutas. No hay, por decirlo así, matiz de un objeto concreto que se escape del carácter real de ente. ¿Qué hay en el mundo que no sea ente? Ente, por tanto, debe referirse de las cosas tanto a lo que les une o asemeja como a lo que les diferencia. En efecto, todo ente es pero de diverso modo: el ser es en parte igual, en parte distinto (44).
2. Las consecuencias de la negación del carácter analógico de la realidad
a. Monismo o realidad «unívoca»
Si decimos que todas las cosas son ente con un mismo significado, entonces no habría diferencias entre ellas: todas serían una realidad única (μόνος [mónos], «uno, único»). Ésta es la tesis de fondo de toda metafísica de la inmanencia, que concibe la realidad
«homogéneamente», compuesta de un solo ser fundamental o substancial –el naturalismo y panteísmo (un elemento natural o la naturaleza divinizada), el materialismo (materia), el idealismo (el «espíritu»)– con diferencias extrínsecas, accidentales, superficiales (los entes particulares). Estas filosofías no encuentran mucha diferencia ontológica entre un hombre, un animal y una planta.
b. Omonimia o realidad «equívoca»
Si decimos que todas las cosas son completamente diversas entre sí pero idénticas sólo en el nombre ente (omonimia: Òμός [jomós], «común» o «el mismo» + Ðνομα [ónoma], «nombre»), como sucede en los términos equívocos, entonces las cosas serían mundos aparte, sin ninguna afinidad entre sí. Ahora bien, una realidad «heterogénea», con semejanzas lógicas, no reales, en constante cambio, sería ininteligible, imposibilitaría todo conocimiento y comunicación, pues no existiría ninguna unidad que nos permitiera abrazarla con sus diferencias. Es la tesis básica del relativismo.
D. Tipos de analogía
1. Analogía de proporcionalidad
Es la que, de modo propio o impropio, enlaza diversos sujetos con semejanzas de relaciones.
a. Analogía de proporcionalidad propia
Los diversos sujetos o analogados se relacionan con una misma semejanza estructural esencial. El conocimiento, por ejemplo, es una visión del objeto: la visión es la operación del ojo y se asemeja a la operación del intelecto; el ojo es para su objeto lo que el intelecto para el suyo. Otros ejemplos: el sol ilumina a la tierra como la bombilla ilumina un cuarto (semejanza en la función iluminante); las espinas son para los peces lo que los huesos son para los mamíferos (semejanza en la constitución corporal); el principio de materia prima es para la forma lo que la madera es para un armario; la inteligencia es para Dios lo que la inteligencia es para el hombre... En todos estos casos no hay una relación de igualdad; sólo de similitud estructural, o sea, de proporción.
b. Analogía de proporcionalidad impropia o metafórica
La perfección o estructura que relaciona a los sujetos o analogados no se encuentra realmente en uno de ellos. Si, para decir «llueve», digo «el cielo llora», comparo imaginariamente las lágrimas del hombre con la lluvia de las nubes; ahora bien, el cielo carece de la perfección de llorar; se trata de una metáfora, una aplicación lógica, no real(45).
2. Analogía de atribución
Entre varios sujetos o analogados se da una identidad en cuanto al punto de referencia y una diversidad en cuanto a la relación, intrínseca o extrínseca, con ese punto. Un analogado posee la perfección plenamente y los demás sólo de modo secundario, en dependencia de él, por derivación.
a. Analogía de atribución intrínseca
La perfección analógica se halla realmente en todos los analogados, porque el principal de ellos causa esa perfección en todos los demás. Así, una hoguera posee calor en sí misma; las personas y objetos participan de su calor en la medida en que se acerquen a ella. Dios es el Ser mismo; las creaturas lo tienen según participan más o menos de Él.
b. Analogía de atribución extrínseca
Sólo el analogado principal posee realmente la perfección; los demás, sólo por una relación extrínseca o impropia. Podemos atribuir la cualidad de «sano» a un niZo, al clima, a una medicina, a un color... Ahora bien, sólo un hombre o un animal tienen realmente salud; el clima, la medicina, el color no la tienen (por eso nunca estarán enfermos), pero se relacionan extrínsecamente con la nuestra en cuanto la manifiestan o ayudan a causarla(46).
3. ¿Cuál es la analogía de la realidad?
La analogía de los entes reales es, a la vez, de proporcionalidad y de atribución. Es de proporcionalidad, porque a cada ente y a cada principio le corresponde su modo propio de ser en acto. Así, la substancia está a su ser como la cantidad está al suyo; la esencia de un árbol está en relación con su ser, como la de un hombre y la de Dios a los suyos. En estos casos las relaciones no son idénticas –la substancia tiene el ser en sí mientras que la cantidad lo tiene en otro; la esencia y el ser de un árbol son inferiores a los de un hombre y éstos, a su vez, infinitamente inferiores a los de Dios–, sino de semejanza: los actos de ser de un árbol, de un hombre y de Dios están cada uno proporcionado o adaptado a la esencia correspondiente.
Estas relaciones se basan, además, en la analogía de atribución: todas las categorías accidentales de un ente participan de la que tiene el ser en sí, la substancia; todos los entes creados participan en diversos grados del mismo Ser Subsistente (ipsum esse subsistens): Dios(47).
E. Los «no-entes» del universo
La analogía metafísica no sólo explica la semejanza y diversidad de los entes reales, sino también, derivadamente, las de los no-entes o entes negativos, como son: nada, ceguera, mal, ignorancia, error, vacío, pecado, injusticia, falta, defecto, ausencia, y similares. Estas «realidades» están, de algún modo, «presentes» en el mundo, pero ¿de dónde provienen? ¿Cuál es su «constitución» o «fundamento» ontológico? ¿En qué sentido «existen»? ¿Espresan estas palabras conceptos y entidades positivas, reales?
Los no-entes no pueden existir como «entes», pues «no son». Están en la mente del hombre por oposición a los entes correspondientes. Son entes ideales, de razón, no reales. Es la mente humana quien los representa como entidades, como «algo». Pero en realidad sólo existen los sujetos carentes de alguna perfección. No existe la «sordera» ni el «agujero» ni el «error»; existen los sordos, las telas agujereadas, los juicios erróneos. Si la perfección que falta en el sujeto debería estar presente, entonces nos encontramos con una privación; si no tiene porqué estar necesariamente en él, tenemos una negación. Ejemplos de negaciones: el libro de metafísica es rojo, «no verde», «no está en la mesa», «no es grueso», «no vuela», «no tiene patas». Ejemplos de privaciones: al libro de metafísica «le faltan páginas», «carece de ideas», «omite puntos importantes», «tiene errores». En los primeros casos, las características inexistentes no son propias de la naturaleza del libro (no volar, carecer de patas) o no le son necesarias (no ser verde, grueso, en la mesa). En los segundos, las perfecciones deberían estar en el sujeto (ser completo, con ideas, puntos importantes y verdades)(48).
Conclusión
La analogía es la atribución a diferentes sujetos de un mismo predicado o significado que es en parte el mismo, en parte diverso. Es el instrumento lógico y lingüístico apropiado para pensar y hablar de entes distintos, dado que la realidad es metafísicamente analógica: entre ente y ente hay semejanzas y diferencias. Hay dos tipos de analogías: la de proporcionalidad –propia e impropia– se refiere a la semejanza de proporciones; la de atribución –intrínseca y extrínseca– es la relación de varios sujetos a un mismo ente, analogado principal, y se basa en la participación metafísica. También el no-ente es una noción análoga, según el ente al que se oponga; es un ente ideal que expresa negación o privación.
Términos clave
Analogía: es lógica y lingüística cuando predica un mismo término y significado a diversos sujetos con sentidos diversos. La analogía metafísica es el vínculo real que une a diversos entes por participar de una perfección común (atribución) o semejante (proporcionalidad).
Analogados: en lógica y lingüística, son los sujetos a los que se predica el mismo término y significado; en metafísica, los entes que se relacionan con un vínculo real.
«Princeps analogatum»: en una serie de analogados es el principal porque posee la perfección común de modo eminente, mientras que los demás –los analogados secundarios– sólo la comparten por participación en diferentes grados. Se da sólo en analogía de atribución.
Analogía de atribución: el principio de unidad se encuentra en un término, significado o vínculo real común al que todos los analogados se relacionan de modo subordinado como efectos de una misma causa: el «princeps analogatum».
Analogía de proporcionalidad: el principio de unidad se encuentra en la semejanza de relaciones existentes entre dos términos, dos significados o dos principios ontológicos.
Notas
42)Según hemos podido constatar, es la primera vez que, tratando este problema, un autor establece la distinción explícita entre estos dos aspectos –metodológico y ontológico– y, en el primer aspecto, entre problema lingüístico (de términos) y problema gnoseológico (de conceptos). Insistimos, con todo, en la unidad de la problemática: si predicamos el término «ente» (problema lingüístico) con el mismo significado para todos los entes (problema gnoseológico), entonces los individuos no se diferencian realmente entre sí: las divergencias o modos de ser –ser mamífero y ser insecto– no serían formalmente entes; serían nada, meras apariencias, pues todo es un solo ente (problema ontológico). Si, por el contrario, atribuimos «ente» a todo lo que es (problema lingüístico) con un significado completamente diverso para cada sujeto (problema gnoseológico), entonces los entes no tendrían ninguna semejanza entre sí y nuestras asociaciones –el perro y la mosca son animales– serían totalmente arbitrarias, conexiones lógicas, «trucos» de la mente para agrupar subjetivamente muchedumbres de individuos y hacer más fácil nuestra experiencia de ellos (problema ontológico). ¿Hay una vía intermedia entre estos dos extremos para la palabra, la noción y la realidad «ente»? He aquí la cuestión.
43) La clasificación de estos cuatro grupos de significados es obra de ARISTÓTELES, Metafísica V 7 (1017a7-1017b9), VI 2 (1026a33-1026b1). Propiamente hablando, a la metafísica no le interesa ni el ser accidental ni el veritativo. El ser accidental no nos revela la realidad desde sus principios, propiedades y causas necesarias; sólo se refiere a lo que acaece; no se puede hacer ciencia de lo que no es necesario y no sigue leyes universales (cf. Metaf. VI 2, 1026b2-1027a28). El ser veritativo se refiere a los conceptos de verdad o falsedad, los cuales están sólo en la mente y expresan la relación entre el pensamiento y la realidad, pero no la realidad misma; es, pues, objeto de la teoría del conocimiento o gnoseología, no de metafísica (cf. Metaf. VI 4, 1027b17-1028a4; IX 10, 1051b1-1052a11).
44)Las matemáticas griegas dieron origen al concepto de analogía –«conformidad, proporción»– (•νά [aná], «conforme a» + λογία [logía], «razón») para indicar igualdad de relaciones. Platón lo introdujo en filosofía para fundamentar el conocimiento realista y la estructura de la realidad (cf. República VII, 534A-536B; Timeo 31C-32A) y Aristóteles lo usó, también, para indicar los múltiples significados de ente, pues «no todas las cosas se dicen en acto del mismo modo, sino de modo análogo» (Metafísica IX 6, 1048b6-7). Es el modo como la philosophia perennis ha podido expresar fielmente la riqueza de matices, de modalidades, de entes, contenida en el universo, sin excluir ninguno.
45) Por el contrario, en la relación sol–tierra / bombilla–cuarto, la analogía es propia, porque la perfección de iluminar se da realmente en ambos casos. Todas las metáforas («el teatro del mundo», «el pie de la montaZa»...) son analogías impropias. La esencia de estas analogías se halla en la proporción, como sucede en las relaciones aritméticas y geométricas. Entre estos pares de números 4:2 = 6:3 = 50:25, se da una misma proporción: uno es el doble del otro. Entre tres triángulos isósceles de 5, 20 y 50 cms. se da una igualdad de relación proporcional. Podríamos representar esta analogía de modo algebraico: a/b = c/d = e/f...
46) A diferencia de la analogía de proporcionalidad, en la de atribución hay siempre un punto de referencia, un «denominador común», una relación a un sujeto o fuente de la perfección, que se llama «analogado principal» (princeps analogatum) –la hoguera, Dios, la salud del niZo– del cual los demás sujetos –«analogados secundarios»– participan según una jerarquía o medida de menos a más o de antes y después. Su expresión algebraica sería: a/a – b/a – c/a – d/a...
47) Como vimos en el tema 2 de la primera parte, hay dos metafísicas de la trascendencia. Las de participación, siguiendo el modelo platónico, reconocen las dos analogías en la realidad; las de proporcionalidad, en cambio, siguiendo el pensamiento aristotélico, admiten sólo la primera y excluyen la de atribución, pues niegan que la relación entre Dios y las creaturas sea de participación (cf. E. BERTI, Metafísica, 63-64). La doctrina de la analogía reviste suma importancia para el conocimiento de Dios: gracias a ella evitamos el agnosticismo y el antropomorfismo, y podemos conocer los atributos de Dios a través de las perfecciones que encontramos en las creaturas, «pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor» (Sb 13, 5; cf. Rm 1, 19-20; Catecismo de la Iglesia Católica, n. 41). No debemos olvidar que entre Dios y las creaturas siempre hay más desemejanza (major dissimilitudo) que semejanza (cf. Concilio Lateranense IV: DS 806; Catecismo, nn. 42-43; STO. TOMÁS, Summa contra Gentiles I, 30).
48) Cada ente se opone, lógicamente, a todo lo que no es de múltiples maneras, según el tipo de oposición a que nos refiramos. En las negaciones hay tres tipos y grados de no-ser que corresponden a los tipos y grados de ser al que se oponen: (1) los opuestos relativos se excluyen mutuamente, pero uno requiere la existencia del otro para poder subsistir como tal: izquierda–derecha, padre–hijo, marido–mujer. Si digo: «el libro no está a la izquierda, sino a la derecha», el no-ente «no izquierda» es negación relativa. (2) Los contrarios se excluyen entre sí, pero no necesitan la existencia del otro para subsistir como tal, dado que ambos no son más que dos de las muchas especies de un mismo género: blanco–negro (el blanco seguiría siendo tal aunque no existiera el negro, porque todavía sería distinto de los demás colores), calor–frío (podría ser templado...). En el juicio: «el libro no es verde», el no-ente es negación de contrario; es un grado más intenso de no-ser que el opuesto relativo. (3) Los contradictorios se excluyen mutamente de un modo radical, absoluto, lo cual sucede sólo entre las nociones de ente–nada. Los otros opuestos expresan modos de ser: son algo o están en algo, pero la «nada real» excluye todos los modos de ser y el ser mismo. El grado de no-ser más cercano a la nada es el de privación de una forma debida, como en el caso: «la muerte del perro», que significa carencia de vida en un ser viviente
49) Los escolásticos medievales formularon la doctrina y acuZaron el nombre de trascendentia o trascendentalia. Entre 1230 y 1236 Felipe el Canciller, profesor de teología en la universidad de París, escribió su obra maestra, Summa de bono, el primer tratado sistemático sobre estas nociones. La idea de los trascendentales, con todo, estaba ya presente, implícita o explícitamente, en los filósofos griegos. Fueron, quizás, los pitagóricos los primeros en hablar de la realidad desde el punto de vista del ser y de la unidad. Platón completó y desarrolló esta intuición al mostrar que todo es uno, verdadero, bueno y bello por participación al Uno-Bueno-Bello en sí, fuente de toda verdad (cf. O. WILLMANN, Geschichte des Idealismus, F. Vieweg, Braunschweig 1894, 19072, vol. III, p. 1036; J. PIEPER, Wahrheit der Dinge, Kösel-Verlag GmbH & Co., Munich 1966). Aristóteles consideró como intercambiables solamente las nociones de ente, uno y verdadero. Sto. Tomás, que nunca trató sistemáticamente el tema, redujo explícitamente los trascendentales a tres: unidad, verdad y bondad (una magnífica obra sobre el pensamiento del Aquinate en este tema es la de J.A. AERTSEN, Medieval Philosophy & the Trascendentals. The Case of Thomas Aquinas, E.J. Brill, Leiden, New York, Köln 1996). Por lo regular, se mantendría este trinomio en los siglos sucesivos, si bien algunos filósofos incluyeron otras nociones como las de bello, «gratum», suficiencia, persistencia, consistencia, relación. Se tenga en cuenta, por último, que para Immanuel Kant (Crítica de la razón pura, A 12 / B 25) y la mayor parte de los filósofos posteriores, «trascendental» significa condición de posibilidad para conocer algo.
50) A las dos consideraciones clásicas primeras (el ente en sí mismo y en relación con otros), hemos aZadido la tercera: el ente en acción, o sea, como relacional. Tesis original de nuestro curso es considerar la relacionalidad como un aspecto esencial de la realidad. Se trata, al parecer, de la primera vez que se introduce en un libro de texto. La inclusión de «bello» entre los trascendentales ha sido, en cambio, más clásica: de modo implícito era ya doctrina de los platónicos y neoplatónicos; de manera explícita lo es en muchos tomistas modernos, como J. Maritain, S. Vanni Rovighi, T. Alvira, A. Molinaro, B. Mondin, J.A. Aertsen, que la han visto sobreentendida en el pensamiento de Sto. Tomás.
Autoevaluación
1. ¿Cuál es el problema metodológico y ontológico a la hora de relacionar «ente» a sus múltiples sujetos o entes?
2. Analogía lingüística: ¿en qué se diferencia el término análogo del unívoco y del equívoco?
3. Analogía lógica: ¿cuáles son los grupos de significados de ente?
4. Analogía ontológica: ¿por qué todos los entes son «ente» siendo distintos?
5. ¿Qué visión de la realidad obtendríamos si negáramos la analogía metafísica?
6. ¿Qué tipos de analogía hay en la realidad?
7. ¿Qué es una «realidad negativa»: cuál es su estatuto ontológico y qué tipos hay?
Participación en el foro
1. Señale a qué tipo de analogía se refieren las siguientes relaciones:
(1) Las patas son para un caballo lo que las piernas para un hombre.
(2) El agua de los afluentes proviene del mismo río.
(3) «El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo» o «como una perla de gran valor» (Mt 13, 44-45). (4) «La vida no es más que una sombra ambulante» (Shakespeare en Macbeth).
(5) Los estudiantes aprenden metafísica con el mismo libro.
(6) La vida del perro, la vida de una institución, la vida de fe.
(7) «Ustedes son la sal de la tierra..., la luz del mundo» (Mt 5, 13- 14). (8) Viajamos en el tren de la vida.
Esperamos tu participación en el foro
Tema 3.1: La Analogía
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