Amistades, gustos y futuro
Por: Rafael Manuel Tovar | Fuente: Catholic.Net

El noviazgo posee más ingredientes de los que aparenta, tanto los muy paladeados como los desconocidos, y todos requieren un buen manejo. ¿Te imaginas el sabor de un pastel preparado en un recipiente donde se frieron ajos y no se limpió bien? Si conectas este hecho de cocina con alguien recién salido de un trauma emocional y que se relaciona con una nueva persona, percibirás el peso que tiene un factor importante en el enamoramiento como es el pasado.
Hay quien se fija solo en los puntos más comunes del noviazgo, esos que platican los jóvenes en cafés o se comentan en las redes sociales, normalmente polémicos y empalagosos, como las preguntas de entrevistas a los famosos sobre sus relaciones y gustos. Veo más importante profundizar en rincones del noviazgo que evitan fracasos y crean una pareja exitosa. Un rincón son las amistades y los gustos.
Entrar en temas difíciles, que producen chirridos en la pareja, ilumina el camino que potencia el amor, sin ofrecer gelatinas coloreadas para mentes enamoradas. Al entrar en los rincones serios y agresivos del noviazgo, se desempa el vaho que ciega problemas y complicaciones de los novios, decisivos, que no se hablan, como pienso que sucedió en el siguiente caso.
-¡Es que tenemos una química envidiable!
-Y ¿cómo lo sabes? ?dije a la muchacha.
-Porque nos entendemos con solo una mirada.
Me pareció que es arriesgado hablar sin palabras, porque da pie a malentendidos.
-Pero ¿siempre platican solo con los ojos?
-¡No! Claro que hablamos. Pero ¡es tan…! ?no dijo la palabra?. ¿Qué más se puede querer?
-O sea, que la química en tu noviazgo está solo en las miradas.
-Bueno, también tenemos las mismas diversiones, los mismos gustos… Somos almas gemelas.
-¿En todo? ?pregunté con admiración.
-Pues… Creo que sí.
No se lo dije, pero me pareció que exageraba. Porque, cuando arranca una relación, se siente una química especial. Sin embargo ¿de veras basta esa química para un futuro feliz?
Corre la idea de que la forma de ser en ambos es buena combinación y garantiza la felicidad. Se ve como mezcla prodigiosa, sin posible definición, que funciona, y muestra que las dos personas nacieron para unirse.
?¡Es un hallazgo maravilloso! ?opinan las parejas.
Solo que… esta combinación no puede definirse y, por tanto, nadie sabe qué es, así que no puede certificarse si se da o es solo una fantasía. Me da pena, por tanto, contrariar a quienes alaban esta química inicial, ya que, si es invisible, quizás no existe y es un espejismo Algunos insisten en palparla dentro del noviazgo, sobre todo en los momentos de diversión. ¿Por qué entonces me posiciono seguro a rechazarlas? Doy las razones.
Al inicio de una relación, una parte, o las dos, concede gustos a la pareja con facilidad, especialmente para agradar. Conocí un amigo que odiaba las flores, pero las compró para la joven por la que sentía atracción. Incluso las colocaba en su propia casa para que las encontrara cuando le visitaba. También supe de una joven a quien chocaba la música ranchera, pero le gustaba al charro del que se enamoró. No solo la aguantó. ¡La escuchaba cuando estaba sola para sentir cerca al novio!
Igual se consiente en las diversiones: ella va por primera vez en su vida al teatro porque él participa en un grupo escénico o él asiste a una fiesta de góticos del grupo que frecuenta la muchacha, encogido ante gente vestida de negro y caras pintadas con símbolos desconocidos. ¿Por qué se acepta un gusto extraño o se incursiona en un espacio raro? ¿Por amor, como piensa la mayoría? Pasa el tiempo, las diversiones de la pareja no gustan, ¿deben seguirse y repetirse, porque así lo dicta el amor?
Otro rasgo en cuanto a diversiones, es que corre el mito que aconseja llevarte bien con las amistades de tu pareja. Parece una sugerencia buena, porque son parte de su vida. Pero ¿es siempre posible? ¿Qué hacer cuando son drogadictos, contrarios a la propia fe, violentos con quienes piensan diferente en política o propuestas sociales?
Si se siente incomodidad o rechazo ante las amistades de la pareja, surge el dilema de expresar el desagrado con sinceridad o someterse para evitar un conflicto. Hay quien finge que las amistades caen bien, aunque siente lo contrario. Hay quien pone excusas y escapa de las ocasiones. Y hay quien habla claro. ¿Qué conviene?
La situación plantea el dilema de si el amor exige tragar cualquier coctel o si el amor puede poner un hasta aquí. ¿Qué es mejor? Siempre es mejor la claridad, sin herir ni reclamar, hablando sinceramente: di lo que te molesta, con buenas palabras, y pide a tu pareja que te comprenda, evitando ratos desagradables y un futuro tormentoso. ¿Y si no acepta? Es mejor un cambio oportuno que toda una vida desgarrada.
¿Se contrapone en la relación dedicar todo el tiempo a la pareja y no a las propias amistades? ¿Hay que dejarlas paraemplear más tiempo solo al noviazgo? ¿Qué hacer si molestan mis compañías anteriores a la pareja? Estas incógnitas se solucionan usando un valor importante, del que se habla poco: la madurez. La persona superficial o caprichosa actúa infantilmente, pone cara de berrinche si no se le conceden sus gustos y exige siempre que se juegue a su juego preferido. Tiene personalidad narcisista.
?Es que yo quiero…
La persona caprichosa desequilibra la relación. Su perfil se delinea en cambios frecuentes, en antojos. Además, espera que los otros, también su pareja, se acoplen a su forma de ser y a sus gustos, sin poner igual esfuerzo de su parte. Se lava las manos ante las consecuencias de sus comportamientos, sobre todo si disgustan a la pareja, pues su timón se dirige únicamente a sus intereses. En consecuencia, mantiene los compromisos que le interesan y se desentiende de los que no le gustan. Es variable como veleta al viento. O peor: solo sigue el viento de sus gustos.
El narcisismo es una expresión del egoísmo, trastorno que busca ser admirado por el otro, ver satisfecho su afán, obtener ventaja siempre, aceptadas sin condiciones. La pareja queda obligada a acoplarse a sus deseos o verse fuera de la jugada. El narcisista carece de madurez en las relaciones con los demás, pues tiene una opinión muy alta de sí. ¿Cómo rebajarse al cambio de sus planes o deseos? Es la otra parte la que debe ceder.
La inmadurez crea conflictos inexistentes. Recuerdo un joven que preguntó en una conferencia:
?¿Se puede amar a dos parejas al mismo tiempo con igual intensidad?
Pareciera que la duda era comprensible: si sentía atracción igual hacia dos muchachas, quería la respuesta sobre cómo elegir. Pero él no preguntó por la atracción, sino por el amor. ¿Por qué? Por inmadurez, que evalúa el amor solo desde sí, sin medir las repercusiones en la pareja. ¿O alguna de las dos muchachas aceptaría la mitad de su corazón y de su tiempo, compartiendo la mitad con la otra? Es verdad que algunas culturas, como la mahometana, alientan la repartición, aunque no parece una estructura válida para todo el mundo.
La madurez se concreta en vivir los propios derechos y los propios deberes, con equilibrio. El novio y la novia tienen derechos. También obligaciones. ¿Deben prevalecer los primeros o los segundos? Se oye que el mayor amor es dar todo sin esperar nada a cambio. Y se oye también que el amor es sentir mucho agrado ante la persona preferida. Dar todo lleva a sacrificarse constantemente por la pareja, aunque no se reciba el mismo trato. Y sentir mucho agrado conduce a verse sin amor cuando no se reciben los gustos esperados. ¿Quién tiene razón?
El buen trato en pareja pide armonía, no tirantez. Se logra con la entrega y con la exigencia de ambos. Así las diversiones no pueden concentrarse solo en los gustos de una parte, ya que el amor se da y se recibe, y el esfuerzo se divide entre ambos. ¿Lo acepta mi pareja? ¿Por qué?
Amar con equilibrio exige la madurez de dar y recibir. En él y en ella. Si falta la entrega en una parte, la cual exige mucho y da poco, la conclusión es clara: el futuro será doloroso. Mientras que, cuando ambos ponen su parte para hacer feliz a la pareja, hay un horizonte brillante.
















