León XIV: pastor de las ovejas de Jesús
Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente: Catholic.net

Empecemos con el debido principio. Jesús en diversas ocasiones se refirió a las ovejas, los corderos de su rebaño, y nos dijo: «Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen» (Juan 10, 14). El rebaño de Jesús-pastor es la iglesia que fundó, y que encargó a uno de sus apóstoles en particular, a Simón-Pedro cuando le dijo después de preguntarle si lo amaba «más que éstos» y que el mismo Juan cita en su evangelio, que si lo amaba más que ellos: «Apacienta mis cordero», «Cuida de mis ovejas», «Apacienta mis ovejas»
Jesús-pastor subiría a los cielos y dejaba su iglesia en manos de sus apóstoles, encabezados por Pedro, a quien dio una muy especial autoridad: «Mas yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos.» (Mateo 16:18). Sí, el pastor de los rebaños del Señor resucitado y asunto al cielo dejó la sucesión de apacentarlos a Pedro, quien fue cabeza de su iglesia y a cuyos sucesores después se les denominó Papa. Y cada sucesor de Pedro es el pastor encargado de apacentar, cuidar de sus ovejas, de sus corderos. Y a través de los siglos, los sucesores de Pedro como obispos de Roma, han apacentado las ovejas del rebaño de Jesús, como cabezas del mismo, y con la denominación de Papa. Y esos sucesores de Pedro, con todas sus virtudes y defectos y faltas humanas (como fue Pedro persona humana) han sido los Papas que en cada momento de la historia han estado allí por la intervención del Espíritu Santo. Lo esencial fue la buena conducción de la evangelización por la iglesia.
En los tiempos que vivimos, los cónclaves cardenalicios han elegido como sucesores de Pedro a cardenales conforme a las necesidades temporales de la iglesia y del mundo, siempre, bajo la inspiración del Espíritu Santo, y no hay explicación humana alterna. Veamos al Papa Jorge Mario Bergoglio, Francisco, quien respondió completamente a los llamados signos de los tiempos. Una de sus grandes acciones fue buscar a las todas las ovejas, las separadas, las perdidas, las ajenas, acercarse a ellas, fueran o no del mismo rebaño, esas a las que el pastor Jesús se refirió: «También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también me conviene traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor». (Juan 10, 27-30). Algo que escandalizó a quienes ignoran los deseos del Maestro. Y ahora, sólo desde unos días antes del Domingo del Buen Pastor, la iglesia tiene un nuevo Papa, un nuevo pastor de las ovejas del redil de Jesús: Robert Francis Prevost, cuya historia de vida muestra que es exactamente el nuevo pastor sucesor de Pedro, quien tomó el nombre de León XIV, explicando que lo hacía por seguir las líneas de lo que conocemos como doctrina social de la iglesia que León XIII difundió en su encíclica Rerum Novarum en 1891 sobre lo que se conoce como la cuestión social. León XIV es de origen estadounidense, de ascendencia francesa y española, y con una larga experiencia misionera en el Perú (cuya nacionalidad aceptó), en donde fue misionero, obispo y luego colaborador de Francisco en el Vaticano. Tiene una sólida formación profesional y eclesiástica, con un doctorado en teología. Pertenece como Francisco a una orden religiosa, en su caso a la de San Agustín, y de la cual fue prior general. En fin, justamente todo lo que lo hace ahora el Papa idóneo para apacentar el rebaño de Jesús. Conoce profundamente desde las necesidades de los más pobres y necesitados con quienes ha convivido hasta las de la iglesia y el mundo en sus altos cargos en El Vaticano.
En cada cónclave, los cardenales electores y la iglesia en general confían en que del mismo saldría electo el pastor que mejor conviene a los tiempos, y que esa elección es inspirada por el Espíritu Santo. La trayectoria de nuestros Papas de las décadas recientes, demuestran que efectivamente es el Santo Espíritu quien inspira la elección del sucesor de Pedro, en este caso a León XIV. Repito, tiene una visión clara del mundo en que vivimos y de cuál debe ser el camino de evangelización que requiere. Con la trayectoria de los últimos papas en la historia mundial desde la Segunda Guerra Mundial, comenzando con el papa Pacelli, Pío XII y su protección (muy desconocida) de los judíos y otros perseguidos del nazismo, podemos observar que cada uno de ellos respondía a las necesidades de la iglesia y del mundo. No ha habido contradicción entre ellos y sus antecesores en materias morales y de evangelización. Pensemos en el carisma y personalidad evangélica del papa Wojty?a, Juan Pablo II, uno de los líderes más influyentes del siglo XX, que sacudieron para bien al mundo. Tras el papado del humilde jesuita Francisco no tendremos sorpresas con el nuevo Papa León XIV. Su trayectoria pastoral de vida y sus primeros mensajes desde la silla de Pedro así nos lo indican. El Espíritu Santo se ha manifestado: «habemus papam, habemus pastor».

