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San Andrés Kim Taegon, Pablo Chong Hasang y compañeros mártires.

Los acompañaban algunas mujeres que los ayudaban con sus propios bienes
Meditación al Evangelio 20 de septiembre de 2024 (video)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Es muy significativa la presencia de la mujer en el evangelio de San Lucas. No solamente es el evangelio que nos presenta de una manera más cercana a María, sino que con frecuencia hace alusión a la relación de Jesús con las mujeres y el acompañamiento que ellas hacían. El breve pasaje que leemos en este día es muy relevante porque junto a los Doce, el grupo selecto, San Lucas coloca a este grupo de mujeres que van con el Señor.

No son un grupo amorfo, está conformado por mujeres que realmente son seguidoras de Jesús, que han sentido en su vida su presencia, que las ha levantado y que ahora están dispuestas a ayudar con sus bienes a la misión que Jesús les presenta. El Papa Francisco nos dice que no hemos sabido valorar en la Iglesia el importante papel de la mujer.

En nuestras comunidades, en las familias y en las ciudades, la mujer es seguidora, discípulo y apóstol. No se debe oponer al trabajo del hombre, sino reconocer su dignidad y misión especial que le concede Jesús. La mujer es en el hogar el verdadero sostén de los valores espirituales y morales de la familia. Todos recordamos con cariño y admiración cómo nuestras madres fueron sembrando en nosotros el amor a la verdad, la honradez, el trabajo y la dedicación.

De sus labios aprendimos las primeras oraciones. Es cierto que no podemos reducir su ámbito al hogar, y muchos menos esclavizarlas a tareas de servicios y cuidados. Ahora muchas mujeres participan de la vida social y pública, y   emprenden muchas empresas con éxito. Es una gran riqueza que aportan en todos los espacios. Ojalá que no pierdan en estos nuevos espacios, esa tarea tan importante de transmitir los verdaderos valores donde quiera que se encuentren.

San Lucas las presenta como testigos valientes de resurrección, como fieles seguidoras junto a la cruz y como portadoras de alegría y evangelio. Que la mujer se abra a nuevos horizontes pero que siempre lleve en su ser ese gran don de transmitir vida, no solamente física, sino vida espiritual y una gran esperanza.









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