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Familia, formadora en valores
Ante el Encuentro mundial de las familias (México, 13-18 de enero de 2009) surge una pregunta ineludible: ¿qué es una familia?


Por: Fernando Pascual, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores





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Ante el Encuentro mundial de las familias (México, 13-18 de enero de 2009) surge una pregunta ineludible: ¿qué es una familia?

Podemos responder desde perspectivas distintas. Para un sociólogo, es un grupo social unido por lazos de afecto y de sangre. Para un economista, es una agrupación económica más o menos rentable. Para un político, es una agregación de votantes que a veces piensan de modos distintos. Para un filósofo, es una realidad basada en las relaciones.

Para un católico, ¿qué es la familia? Es el fruto de un amor que tiene sus raíces en el corazón de Dios y que se hace presente desde la fidelidad y la mutua entrega entre los esposos, y entre los padres y los hijos.

Las familias existen porque un hombre y una mujer se aman, se comprometen, se dan por entero el uno al otro. Los esposos renuncian a su egoísmo y a parte de su “libertad” para ganar una libertad superior, mucho más profunda: la de quien se entrega por completo al otro, la de quien se abre a la llegada de los hijos, la de quien busca servir y dar.

“La familia es ciertamente una gracia de Dios, que deja traslucir lo que Él mismo es: Amor. Un amor enteramente gratuito, que sustenta la fidelidad sin límites, aún en los momentos de dificultad o abatimiento” (Benedicto XVI, 28 de diciembre de 2008).

Por eso la familia se convierte en el mejor lugar para formar en los valores humanos y cristianos. Los padres que sirven y aman enseñan con su ejemplo y sus palabras algo esencial a los hijos.

Ante el Encuentro mundial de las familias podemos repetir las palabras de Juan Pablo II: “En el designio de Dios la familia es, bajo muchos aspectos, la primera escuela del ser humano. ¡Sé hombre! -es el imperativo que en ella se transmite-, hombre como hijo de la patria, como ciudadano del Estado y, se dice hoy, como ciudadano del mundo” (Carta a las familias, 2 de febrero de 1994).




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