En un mundo que a menudo relega a los ancianos al olvido, el Papa Francisco surge como una voz de compasión y cambio. En su reciente mensaje para la IV Jornada Mundial de los Abuelos y Ancianos, dado a conocer el 25 de abril de 2024, el Santo Padre invita a la sociedad a adoptar una actitud de apertura y alegría hacia nuestros mayores, desafiando la tendencia al descarte y la soledad.

El mensaje del Papa, que se celebrará el próximo 28 de julio de 2024, resuena con el lema de la Jornada, inspirado en el salmo 71: “En la vejez no me abandones”. Francisco enfatiza que Dios nunca abandona a sus hijos, incluso cuando la edad avanza y las fuerzas flaquean.

El Pontífice identifica la soledad como una “amarga compañera de la vida” para muchos ancianos y abuelos. Con una perspectiva que trasciende la religión y toca el corazón humano, insta a contraponer a la soledad un “corazón abierto y el rostro alegre de quien tiene la valentía de decir ‘¡No te abandonaré!’ y de emprender un camino diferente”.

Este llamado a la acción no es meramente retórico; el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida enviará un kit pastoral a las Conferencias Episcopales para vivir la Jornada, proporcionando así herramientas concretas para fomentar la inclusión y el cuidado de los mayores en nuestras comunidades.

El Papa Francisco, con su mensaje, no solo busca inspirar a los fieles católicos sino también a toda la humanidad, para que reconozcamos el valor incalculable de la sabiduría y la experiencia que los ancianos aportan a nuestras vidas. Es un recordatorio de que en cada etapa de la vida, incluso en la vejez, hay una oportunidad para el amor, la ternura y la fraternidad.