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Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo
Meditación al Evangelio 9 de abril de 2024 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Si contemplamos la escena que nos presenta la narración de los Hechos de los Apóstoles, podremos comprender mejor las expresiones que dejan atónito no sólo a Nicodemo, sino también a todos nosotros.

No podrían imaginar los israelitas que el cumplimiento de la ley alcanzara su plenitud en la vida presentada como ideal en los Hechos: “Vivían con un solo corazón y una sola alma”. El amor a Dios hecho fraternidad, resume en la práctica todos los mandamientos. El dar testimonio de la Resurrección no con palabras, sino con los signos que todos podían contemplar, era el mejor anuncio del Reino de Dios. Y detrás de todo esto, como motor y fuente, el Espíritu. Podrían parecernos muy abstractas las palabras que hoy nos ofrece el evangelio, pero si tomamos en cuenta que “el viento” (pneuma en griego o rúah en hebreo), es uno de los signos de la presencia del Espíritu, estaremos en camino de comprenderlo mejor.

El que nace del Espíritu es una persona libre, sin ataduras, que rompe los esquemas, que abre caminos. La contraposición entre cielo y tierra es muy clara.

Hay personas inteligentísimas que tienen sus objetivos puestos en las cosas del mundo. Jesús propone otros valores y propone otra forma de vivir. Sólo mediante el viento, el Espíritu, que no proviene de la tierra sino del cielo, podremos construir un mundo nuevo.

Cuando nos mueven intereses económicos, materiales, mezquinos, podremos tener una gran unión, pero no tendremos un solo corazón.



Cuando nos mueve el Espíritu logrará que tengamos un solo corazón y una sola alma. Es necesario revisar cómo hemos abierto el corazón al Espíritu y si estamos dispuestos a dejarnos mover por su fuerza o si nosotros lo queremos manipular.

Hoy, busco un momento de silencio, siento la brisa del viento, y me dejo invadir por la presencia del Espíritu. ¿Estoy viviendo de acuerdo a lo que quiere Jesús? ¿Mis valores son mezquinos, egoístas? Ven, Espíritu Santo, lléname de tu fuerza y tu sabiduría.







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