Sábado Santo
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net
Sábado Santo es un día muy especial. Todos hemos experimentado el dolor, la ausencia, el silencio y la tristeza que queda cuando ha partido el ser amado. Después de las celebraciones del viernes en que hemos recordado y vivido la Pasión de Jesús hoy nos quedamos en silencio.
Hoy no hay celebraciones de misa sino hasta la gran Vigilia Pascual que conmemora la resurrección del Señor. Se guarda un respetuoso silencio para meditar y profundizar en la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Por eso en este día les propongo que acompañemos a María en su silencio, su recogimiento y como ella guardaba todas estas cosas en su corazón, que también a nosotros nos haga vivir la muerte de Cristo en espera de su resurrección.
Les sugiero para nuestra meditación el bello himno “Stabat Mater” y así acompañamos a María en su dolor. ¡Cómo duele la ausencia del ser amado!
La Madre piadosa estaba
junto a la cruz, y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
¡Oh cuán triste y afligida
estaba la Madre herida,
de tantos tormentos llena,
cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena!
¿Y cuál hombre no llorara
si a la Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo,
Vio a Jesús en tan profundo
Tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor!
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
Y, porque amarlo me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde lo veo,
tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas
que el llanto dulce sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma suerte
que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore
que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda
y contigo me defienda
en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance, vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria.
Amén
Así este sábado santo acompañemos a María, dialoguemos con ella, recordemos cada una de las palabras Jesús, vivamos con ella todos los momentos de su vida y aguardemos con esperanza el momento de la resurrección. Quedémonos junto al sepulcro que encierra la vida. Ojalá que esta noche todos podamos participar de la celebración de la Pascua.
Este día sí llevemos nuestras candelas para participar en la ceremonia de la luz y prenderlas del Cirio Pascual; llevemos nuestra agua para recordar que con su resurrección Cristo nos hace pasar, por medio del bautismo, de la muerte a la vida. Sábado Santo es el día de la espera impaciente por la Resurrección del Señor.