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Cosechas (Natacha)
El amor es fuerte, muy fuerte. El amor cambia, elimina el odio, deja una huella profunda, como la lluvia torrencial de verano que deja surcos en la tierra más dura.


Por: Matthieu Boo d´Arc, LC | Fuente: catholic.net



 

 

´Quien siembra viento cosecha tempestad´. Probablemente todos conocemos este refrán popular. Lo que quizás no conocemos es la frase de San Juan de la Cruz, extrañamente parecida: ´donde no hay amor, siembra amor y cosecharás amor.´
Ahora nos preguntamos: ¿Cual es el más actual, el más verídico? Basta de hecho mirar a nuestro alrededor para ver cómo una pequeña provocación entre dos personas acaba en riña, cómo un insulto a alguien de otra religión lleva a la cárcel por intolerancia, cómo los mismos cristianos que no hacen daño a nadie son asesinados por nada y sin embargo, ¿va a prevalecer la tempestad?
Hace cuarenta años vivió en Rusia una joven, que se llamaba Natacha. Era delicada y hermosa, pero tenía un defecto: era católica. En aquella época ésto era un crimen. Otro joven había crecido en la misma época, también en URSS. De llamaba Sergeï. Y era todo lo contrario. Imbuido de comunismo, dedicaba su tiempo a la represión violenta de los cristianos, irrumpiendo brutalmente en las reuniones de oración para pegar, maltratar a todos, jóvenes, niños y ancianos.
Una vez se encontró con Natacha, y la pegó brutalmente; una semana más tarde, a su gran sorpresa, la encontró de nuevo rezando con otros cristianos. De cólera, se hizo más violento, dejándola desfigurada por los golpes. Pero ella seguía rezando, sin replicar, participando con fidelidad a las oraciones. Vino el día en que Sergeï la vio de nuevo, y después de otros terribles golpes, la mandó a la cárcel de la ciudad, sola en medio de criminales borrachones y salió destrozada, fue conducida al hospital, donde a los pocos días moría. Pero esta chica le había movido el corazón. ¿Qué era este amor que ardía en sus ojos? ¿Por qué tanta constancia por el costo de tantos sufrimientos? Un año después, al hablar con un doctor del hospital, Sergeï supo las últimas palabras de Natacha, poco antes de morir: ´Señor, perdónale, y haz que encuentre tu misericordia.´ Conmovido hasta el fondo del corazón, el joven se convirtió.
Siembra amor... El amor es fuerte, muy fuerte. El amor cambia, elimina el odio, deja una huella profunda, como la lluvia torrencial de verano que deja surcos en la tierra más dura. Siembra amor... el Señor nos invitó a dar la otra mejilla, a amar a nuestros enemigos. Pero también nos prometió otra cosa: cosechar amor. Nos prometió la conversión de nuestros enemigos, nos prometió la dulzura de la vida presente en una comunidad cristiana, nos prometió la vida eterna, sembrando amor, cosecharás amor ahora, en esta vida, cosecharás también sufrimientos, pero encima de todo cosecharás la felicidad sin precio, la vida eterna en el amor que nunca se acaba.

 

 



 

 

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