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Cómo cultivar la gratitud en nuestros hijos: consejos y beneficios
Todos queremos que nuestros hijos cultiven la gratitud. He aquí algunas cosas que conviene recordar.


Por: Redacción | Fuente: Catholic.net



Desde que somos pequeños, nuestros padres nos lo decían mucho. No había duda de que querían que nos convirtiéramos en adultos agradecidos en todas las facetas de la vida, y la petición constante de «dar las gracias» era una de las herramientas que utilizaban. Enseñar gratitud no solo fomenta la mejora de las relaciones y el aumento de la felicidad y la satisfacción vital, sino que también puede conducir a una mejora de la salud, con resultados como la disminución de la presión arterial, la mejora del sueño y un mejor funcionamiento inmunitario.

En primer lugar, al enseñar gratitud a nuestros hijos, debemos tener en cuenta su edad y desarrollo, que influyen en su comprensión del agradecimiento. Antes de enseñar a tus hijos cómo o cuándo dar las gracias, deberías compartir tus propios momentos de gratitud (y las emociones positivas que conllevan), para que puedan ver la gratitud en acción.

Antes de empezar a decirles a nuestros hijos que den las gracias, es importante ayudarles a entender sus propios sentimientos de gratitud, aunque sea a un nivel rudimentario. Esto puede lograrse preguntándoles cómo se sintieron con sus experiencias positivas, como recibir un regalo o ser ayudados por alguien.

A diferencia de muchos otros aspectos de nuestra vida como padres, lo que hacemos suele tener más impacto que lo que decimos cuando se trata de los hábitos a largo plazo de nuestros hijos. Los niños agradecidos suelen ser criados por padres agradecidos, y cuando nuestros hijos nos ven expresar nuestro agradecimiento de forma alegre y auténtica, es más probable que vean la gratitud como una opción atractiva en su trato con los demás.

Encontrar formas creativas que encajen con las personalidades o intereses de nuestros hijos puede ser una buena manera de fomentar la gratitud en ellos. Por ejemplo, podemos animarles a llevar un diario de gratitud, donde escriban cada día algo por lo que se sientan agradecidos, o a hacer un collage o un mural con fotos o dibujos de las personas o cosas que aprecian.



También podemos aprovechar las oportunidades que nos brinda el día a día para practicar la gratitud con nuestros hijos. Por ejemplo, podemos dar las gracias a las personas que nos prestan un servicio, como el camarero, el conductor del autobús o el médico. O podemos expresar nuestro agradecimiento por las pequeñas cosas que nos hacen felices, como el sol, la música o una buena comida.

Finalmente, debemos recordar que la gratitud no es solo un sentimiento, sino también una acción. Por eso, es importante que enseñemos a nuestros hijos a mostrar su gratitud de forma concreta y generosa, ya sea mediante palabras, gestos, abrazos, cartas, regalos o favores. Así, no solo estarán reconociendo el valor de lo que reciben, sino también contribuyendo al bienestar de los demás.

La gratitud es una virtud que se puede aprender y cultivar, y que nos aporta múltiples beneficios. Al enseñar a nuestros hijos a ser agradecidos, les estamos ayudando a desarrollar una actitud positiva ante la vida, a fortalecer sus vínculos afectivos y a mejorar su salud física y mental. ¿No es eso lo que todos deseamos para ellos?







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