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Paz y solución de los problemas
Encontrar paz no significa evitar esos problemas-procesos, sino afrontarlos de manera constructiva.


Por: Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net



Cuentan de un pescador que tenía una vida sencilla al lado del mar, pescando cada día para tener cuanto necesitaba, y disfrutando con los demás. Perdió el bote en una tormenta, y en lugar de desesperarse y quejarse, pensó en qué fortalezas tenía para poder seguir adelante. Habló con otros pescadores del pueblo, trabajó con ellos y compartió experiencias, al mismo tiempo que aprendió a pescar con caña y otros medios desde tierra. Ayudó con su experiencia a los demás, a desarrollar las mejores herramientas para la pesca. Al relacionarse más a fondo con los demás, sintió que estaba creando una comunidad y que esto le hacía más feliz. Una paz renovada surgió en su corazón, pues había mejorado en resiliencia, buenas relaciones con los demás, adaptación al medio a través de los desafíos.

Dicen que si un problema tiene solución, ¿para qué preocuparse? Y si no la tiene, ¿para qué preocuparse? Y hay personas que se ponen nerviosas y acaban siendo parte del problema, y otras que se adaptan bien y con paz son parte de la solución. Esto requiere un trabajo de autoconocimiento de nuestras fortalezas y debilidades, de cuáles son nuestras prioridades; de establecer relaciones positivas con los demás, y adquirir el apoyo emocional. También es muy importante la aceptación de las cosas que no podemos cambiar, y enfocarnos en lo que podemos construir en nuestro proyecto. 

Un aspecto importante es definir el problema, y descomponerlo en pasos para irlos superando. Así vemos que no existen los problemas, sino que son procesos de aprendizaje. Tienen un comienzo y un final, lo vemos como algo que no podemos solucionar de modo intuitivo porque aún no estamos preparados para aceptarlo o para resolver aquello. Y dependen de nuestro contexto mental, de nuestra comprensión y visión de conjunto.

La prudencia nos lleva a a) analizar lo que pasa (en medicina se llama a eso hacer analíticas); b) hacer un juicio sobre aquello que pasa (la anamnesis médica lleva a un diagnóstico para poder establecer pautas); c) poner los medios para resolver la situación (en medicina, una terapia). 

Es importante esto, porque hay personas que se quejan de lo mal que están, sería algo así como alargar un análisis de lo mal que están los tiempos, pero no hacen nada útil. Así, un médico que mirara al enfermo diciendo simplemente “parece que va peor…” hasta que diga “parece que se ha muerto”, sin dar los pasos que hemos señalado. Nuestra actitud proactiva es básica.



Además, si ganamos en comprensión, vemos las causas subyacentes de todos los problemas. Por ejemplo, las guerras y discusiones tienen como causa la falta de nivel de consciencia (de espiritualidad) de las personas, que están dominadas por el ego en sus distintas formas, y desemboca esa falta de paz interior en conflictos exteriores. Si una persona tiene comprensión de amor, siempre hay alternativas a esos problemas que parece que no tienen solución. Desde un buen nivel de consciencia, pueden evaluarse las mejores opciones para todos, y escogerlas según una situación determinada.

A eso de poner en práctica la mejor manera de resolver una situación, le llamamos “imperio” de la voluntad: querer querer, hacer lo que es mejor. Y es que a algunas personas les falta voluntad, se quedan con lo negativo, si hay un problema se hunden en el río, no sólo se ahogan en el problema sino que van al fondo e incluso “escarban” en el fondo del río buscando más cosas negativas…

El que tiene realismo, ve que todo en la vida es una oportunidad de aprendizaje. Que lo que llamamos problemas en realidad son procesos que hemos de pasar para poder aprender, para tener más nivel de consciencia, para ser más sabios… y resuelto ese proceso aparecerán nuevos procesos. Me gusta poner el ejemplo del laberinto: cuando no encontramos la salida, es porque estamos en un nivel de consciencia que necesitamos ese reto. Así, cuando tengamos ese aprendizaje tendremos más amplitud de contexto, y es como si fuéramos en avión, vemos el laberinto por encima, pues nos toca ya desarrollar otros procesos para los que ya tenemos habilidades que desarrollar, para los desafíos de  hoy, y así prepararnos para los futuros.

Encontrar paz no significa evitar esos problemas-procesos, sino afrontarlos de manera constructiva, conquistar la paz, que además así desarrollamos todas nuestras potencialidades. Dicen que la parte del cerebro que desarrolla la solución de los problemas está en la zona occipital, y que funciona bien cuando no está bajo presión. Cuando algo nos agobia, no solucionamos aquello, lo que sea, aunque se trate de acordarnos de un nombre, un recuerdo o una función matemática. Por eso dice la sabiduría popular: “consúltalo con la almohada”. Y nos despertamos en medio de la noche con la solución a aquel problema… Sin duda, una buena herramienta para ello es la meditación (o el Mindfulness o cualquier otro nombre con que lo llamemos): la atención plena para vivir el momento presente como nos dice Jesús en Mateo 6, pues Dios sabe bien de qué tenemos necesidad y también lo recordamos en el padrenuestro (pedimos el pan de hoy, solo el de hoy, pues mañana Dios dirá...). Así, aparte de evitar el estrés y la ansiedad, crecemos en el propósito de la vida, la consciencia de que somos hijos de Dios y de que nada malo puede pasarnos si estamos en brazos de ese Padre que nos cuida.









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