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Islam, religión y visión del mundo
El respeto habría de ayudarnos a ir conviviendo con los que van siendo cada día más en nuestra sociedad.


Por: Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net



El Islam, la religión predicada por Mahoma (570 La Meca – 632 Medina) significa sumisión a Alá, y un musulmán es literalmente “uno que se entrega o somete a Dios”. La más joven de las grandes religiones tiene cada vez más adeptos, y constituye después del cristianismo la religión más numerosa. Pero con su evolución, numéricamente será pronto la primera religión del mundo, por su expansión en Asia y África, mientras que la cuna de esa religión en los países de Oriente próximo, que fueron prósperos en cultura y economía, está hoy muy despoblada. 

Su fundación en el siglo VII tiene raíces árabes, cristianas y judías, pero se distingue de estas últimas en que enseña que el hombre no puede llamar a Dios Padre, sino que ha sido creado para ser siervo. Tiene unos valores religiosos muy fuertes como Cuenta C. de Carnevale que para ellos todo es la casa de Alá; por ello dondequiera que un musulmán se encuentre, extiende su alfombra para orar. Es una fe abierta a todo el que quiera abrazarla, pero en ella quedan unidas fe y costumbres de vida, como también la religión y la política. 

La cosa empezó, según la tradición, cuando Mahoma tenía alrededor de los cuarenta años se entregó a la meditación en una cueva cercana a la Meca, donde “escuchó la voz del arcángel Gabriel” y comenzó a predicar a Alá como divinidad verdadera y única. Él se sintió "designado por Dios como mensajero del mundo". Como no lo aceptaron, tuvo que luchar y así fue también jefe político. Cuando volvió vencedor a la Meca, destruyó los ídolos y dejó la "Piedra Negra" a la que constituyó centro de la peregrinación. Comenzó así "La era musulmana” y se extendió por toda Arabia y así hasta hoy, que abarca desde Marruecos hasta Indonesia. 

«No hay más Dios que Allah, y Mahoma es su profeta», es su principal mensaje. Mahoma, líder carismático, batalló contra sus enemigos, y recogió en el Corán (que significa Lectura, Recitación) sus doctrinas y visiones, en un contexto literario próximo al de los beduinos del desierto arábigo, y tuvo un proceso de elaboración y redacción más allá de la vida del profeta. 

Así, el Corán recoge las voces que el ángel le revela, con una idea de un Dios que vigila: “¿No sabes que Dios ve? ¡Cuidado!” y que invita a la oración: “¡Póstrate y acércate a Dios!".  Otras revelaciones completan este libro, el único escrito del islamismo considerado sagrado: dividido en 114 capítulos llamados “suras”, escritos unos en tiempos de Mahoma y otros después de su muerte. Con estilo poético y muchas alusiones oscuras, se fueron reuniendo muchos datos, dichos y acciones atribuidas al profeta que se fueron codificando en el “Hadith” (“tradición”). 



Su programa religioso se basa en los cinco pilares de la fe: la shahada, profesión de fe a Dios y a su Profeta, y pronunciarlo ante testigos es ya la conversión al Islam; la oración (Salat) practicada individualmente, y públicamente los viernes y algunos días festivos (refuerza también la conciencia de grupo y solidaridad social); la limosna o “caridad obligatòria” (Zakat, que es purificación de la propiedad por una ayuda a los débiles); ayuno anual del Ramadán (sawm) en el noveno mes del calendario lunar (sin comer ni beber ni sexo desde el alba hasta el anochecer) para procurar el ascetismo, autodisciplina y autocontrol; y la peregrinación a la Meca, el Hajj, instrumento capital de cohesión islámica. 

La Sunna, así, completa su tradición con los hadiths o dichos del Profeta. De ahí vienen los Sunnitas. Con el Corán, forman la Sharia (Ley divina del Islam). El elfiqh (‘raíces de conocimiento’) le da una explicación basada en el consenso de la comunidad creyente y el razonamiento analógico. Ha habido épocas en que se ha interpretado esta fe, y otras épocas donde muchos grupos tienen una interpretación literal, como vemos ahora en muchos sitios, con lo que nos parece una cultura anclada en lo medieval.

Es un mensaje de salvación. Se ve la creación como un proceso continuo, y hay una escatológica del Día del juicio al final de los tiempos, donde el paraíso será para los fieles (la comunidad musulmana: Umma) y el infierno para los infieles. 

El misticismo de los Sufis (a partir del siglo IX) ha sido un movimiento importante hasta hoy: una espiritualidad de carácter interior, contrapeso a otras formas de esta religión que priorizan las formas externas. Se inspiraron en las tradiciones místicas de las iglesias orientales cristianas, y ha contribuido a la expansión del islam en el África negra. 

Hay dos grupos principales de los musulmanes: la mayoría son Sunitas y los Shiitas (‘partidarios’) son menos. Los shiitas vienen de Alí, primo y yerno de Mahoma y cuarto califa (+661); se centran en los Imanes (sucesores del Profeta). 



Por una parte, no hay una ortodoxia ordenada y común a todos los pueblos musulmanes, encontramos extremos como un islam noble y otro terrorista, pero en todos los casos el Corán marca a la sociedad desde el principio hasta el final, y eso supone un problema. Hay un sometimiento de la mujer al hombre, y muchas cosas de derecho penal que se contraponen a la sociedad moderna. Ellos responden diciendo: "sí, nosotros somos la fuerza esencial de la religión". Y esto incluso fascina a muchos, les da un momento de vivencia especial. La posición de la mujer es un punto débil, pues tiene una posición inferior al hombre, y aunque la poligamia debe entenderse a la luz de la protección familiar, pues en los tiempos que el número de mujeres era superior al de hombres, conllevaría que un gran número de ellas quedaran privadas de marido, este motivo histórico ha pasado a ser machista: piensan que la misma naturaleza humana pide esta legislación, y el que pueda tener un harén de mujeres y lo pueda mantener, que lo tenga. 

En Occidente, hay una reducción de la religión al ámbito privado, y el relativismo deja a muchos sin un sentido de la vida, incluso algunos se sienten atraídos por el islam, una religión que pide sólo un acto de fe en Dios y parece no poseer dogmas, misterios, estructuras jerárquicas, ritos sacramentales.

Adán, Noé, Abraham, Jesús, son vistos como profetas anteriores a Mahoma, el gran profeta. Las ideas musulmanas consideran a Jesús como el último de los profetas y muchos pasajes del Evangelio están recogidos en el Corán (nacimiento virginal de Jesús, la santidad y virtud de María…). Dentro de esta salvación de la que habla el Corán, hay una “simpatía” para los parientes próximos que son los judíos y cristianos, pues estos se salvarán después del purgatorio (si son fieles, y no han apostatado). Pero la revelación islámica culmina en Mahoma, que explica el pacto que Dios comenzó en Abraham. Pero Dios no es un ser cercano sino lejano, subraya la trascendencia de Dios, Dios está siempre fuera del mundo, no es un Dios-con-nosotros. Es siempre Majestad que infunde respeto. No es una religión que prima el conocer a Dios sino que esta religión de salvación tiene a Dios como el absolutamente Otro. Como la providencia divina lo guía todo, hay una tendencia entre libertad y predestinación que lleva tanto al fatalismo como al goce de disfrutar de los bienes de cada día. 

La oración es vital en el Islam, pero es oración de asombro, alabanza y sumisión, no conoce la relación fundamental de la religión cristiana: hijo-padre (la relación del creyente con Dios no trasciende la de criatura-creador o la de esclavo-amo). Dios perdona siempre que haya fe, que no haya incredulidad o apostasía; pero no es un perdón en el sentido cristiano y de ahí su fatalismo (no se conoce la redención de Dios a través de su Hijo). Está lejos de todo ello el perdón de Dios como padre misericordioso. 

Su vida ascética consiste en sucesivas conversiones mediante la petición de perdón por los pecados, ayuno y obras de misericordia, con un aspecto sacrificial expresado en el sacrificio de animales, signo de la ofrenda a Dios del corazón. 

Es una religión que se basa en la confianza de que quien cree en Dios (en las palabras divinas recogidas el Corán), y en Mahoma: quien es fiel a esta palabra divina se salvará. Pero esta confianza no es algo sentimental como parecen entender los que se “cambian” de religión para acoger el Islam: implica vivir cuanto dice el Corán, que es una ley más bien dura para lo que muchos occidentales están acostumbrados, pues abarca todos los momentos de la vida desde los alimentos que hay que tomar y qué vestidos deben usarse. 

El Yihad o Guerra Santa es otro punto conflictivo: dicen que Dios ama por igual a todos los hombres; sin embargo, incita a combatir a los fieles. Ante esta contradicción sostiene el Islam que el Yihad está legislado para que todos los hombres entren a esa religión. El uso del término lo consideran muy importante porque la guerra -dicen ellos- es con propósitos egoístas y personales, mientras que el Yihad tiene como objetivo encontrar a Dios. No se hace la guerra para que un pueblo monopolice los bienes o las personas del otro, sino para que la especie humana, toda ella, goce de todo: "Una felicidad para la humanidad bajo el estandarte del Islam. A partir de lo cual empleamos la fuerza y los medios necesarios para realizarlo, con sabiduría, con buena exhortación, con los mejores argumentos, y a continuación con el Yihad, en su más profundo significado". 

El respeto habría de ayudarnos a ir conviviendo con los que van siendo cada día más en nuestra sociedad. Ellos tendrán que conocernos mejor a nosotros, que tenemos una profunda separación entre religión y Estado. Nosotros a ellos. Ellos ven que muchos que se dicen cristianos no viven como tales. Nosotros vemos que la mujer está discriminada en esa religión, y apreciamos junto a esas cosas negativas, otras positivas, como que el Islam nos habla de una salvación basada en la fidelidad. “Sin embargo -indica Juan Pablo II en Cruzando el umbral de la esperanza- la religiosidad de los musulmanes merece respeto. No se puede dejar de admirar, por ejemplo, su fidelidad a la oración. La imagen del creyente en Alá que, sin preocuparse ni del tiempo ni del sitio, se postra de rodillas y se sume en oración, es un modelo para los confesores del verdadero Dios, en particular para aquellos cristianos que, desertando de sus maravillosas catedrales, rezan poco o no rezan en absoluto”. Luces y sombras en una sociedad occidental multicultural y multireligiosa, donde se está trabajando en la integración de esas minorías, nada fácil. En cuanto al maltrato de los derechos humanos que sucede en muchos países de Oriente, tanto musulmanes como de otras tradiciones, es de desear un progreso en el respeto de esos derechos humanos.







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