El destino sufriente del Mesías
Por: Pbro. Francisco Ontiveros Gutiérrez | Fuente: Semanario Alégrate
El estilo propio de su mesianismo
Luego de la impresionante Profesión de fe de Pedro, el Señor les anuncia públicamente a los discípulos que debe ir a Jerusalén. Esto es, él les comienza a mostrar, de manera abierta lo que implica su mesianismo. Ya Pedro le ha dicho que él es para ellos el Mesías, el salvador del mundo, el Hijo de Dios vivo (cfr. Mt 16,16). Ahora, en el proyecto de Dios, este no es un mesianismo de triunfalismos, de éxitos y aplausos, no es algo que implique estar frente a todos los reflectores. Por eso, una vez que Jesús se ha enterado lo que significa Él para los suyos, los debe ayudar, por medio de un verdadero proceso pedagógico gradual, para que comprendan su estilo de ser el Mesías.
Lo que significa ir a Jerusalén
Algunos sostienen que la última parte del evangelio de Mateo se organiza en dos partes, una de ellas es la instrucción que Jesús da sobre su pasión, muerte y resurrección (cfr. 16,21-20,34), y la otra es el cumplimiento de lo que el Mesías sufriente ha anunciado (cfr. Mt 21, 1-28,20). Jesús dice que irá a Jerusalén, que allá será juzgado por todos los niveles del gobierno: ancianos, sumos sacerdotes y maestros de la ley. Jesús atravesará un camino doloroso para cumplir lo que Dios ha querido en el plan de salvación.
Las consecuencias del discipulado
En el proceso de seguimiento del Señor, no sólo es él quien habrá de atravesar este doloroso camino hacia Jerusalén, que es la pasión y la muerte, sino que también los discípulos, todos sus seguidores correrán la misma suerte. Para animarse a seguir al Señor, es necesario ir detrás de Él, renunciar a sí mismo, cargar la cruz y seguirlo (cfr. Mt 16,24). En este primer anuncio de la pasión, Jesús recrimina a Pedro su falta de comprensión al designio de Dios. Pedro se resiste a aceptar el modo en el que Dios ha dispuesto que sucedan las cosas. Esta es la experiencia de todos los seguidores del Señor, que una y otra vez deben ponerse detrás de Él, para dejarlo que enseñe su modo, el estilo que ha querido que sigan las cosas. Una y otra vez, en la vida cristiana, es preciso escuchar la llamada de Dios para ponerse detrás de él y seguir en el aprendizaje, para alcanzar su altura y la madurez deseada.
Pedro es piedra
Pedro que acaba de ser llamado Piedra fundamental (cfr. Mt 16,18), ahora ha sido llamado piedra de tropiezo (cfr. Mt 16,23). El que en el principio recibió el llamado para ir con Él, para ser su discípulo, su amigo, ahora es invitado a ir detrás de él, a colocarse atrás, porque junto o delante sólo hace que el proyecto de Dios tropiece. Esa es la invitación de Jesús, y ese es el camino que todos deben recorrer. El seguimiento se ha de hacer en todo, así como lo ha hecho el Maestro. Discípulo es el que sigue a Cristo por el camino de la inmolación de su vida en una obediencia al Padre y en el servicio a todos, haciendo propio el estilo de Cristo.