Menu


El iPhoneconscience
Cuando se es capaz de escuchar la palabra de Dios, cuando se es capaz de escuchar la voz de Dios, entonces es cuando iniciamos un camino de perfección y conversión.


Por: Santiago Giraldo | Fuente: Gama - Virtudes y Valores



 

 

Es el día de la inauguración de la conferencia mundial de nuevas tecnologías de desarrollo.

Están allí representantes de un centenar de empresas, así como políticos, artistas, apasionados por el mundo de la tecnología, medios de comunicación y algún despistado curioso. El auditorio está abarrotado.

En la conferencia de la tarde, la más esperada, la gente se pone de pie y recibe al expositor con una efusiva lluvia de aplausos:

-¡Gracias, gracias! –dice el hombre de unos 50 años, mientras se dirige a un escritorio y toma un objeto blanco.

La gente se sienta y se hace un silencio emocionante.

-En esta charla y en el marco de la conferencia mundial de nuevas tecnologías de desarrollo, quiero presentarles nuestro último y novedoso producto. (Aplausos)

-Su nombre es iPhoneconscience. (Aplausos) Único, personal e intransferible. (Aplausos) No necesita batería. (Aplausos) Tampoco necesita luz solar. (Aplausos) Tampoco necesita de una computadora para meterle música ni videos. (Aplausos) No tiene memoria. (No aplauden todos) No tiene video-cámara. (La gente deja de aplaudir) No tiene acceso a Internet…

Hace una pausa…

- El iPhoneconscience sólo funciona con una persona y sólo se escucha una música: la de tu propia vida.

El auditorio se queda sin respiración y aquel hombre desaparece…

Es un hecho irrefutable: vivimos inmersos en el ruido y nos movemos a un ritmo frenético. Pensamos en todo, opinamos de todo y criticamos todo. Nos fijamos en los demás, nos comparamos con los demás y nos autovanagloriamos a costa de los demás.

Nos quejamos de que no cambiamos. Nos quejamos de nuestros mismos errores y de nuestras mismas faltas. Nos quejamos de que nadie nos escucha, pero nunca tenemos tiempo para escuchar. Nos quejamos de Dios porque le sentimos lejano, pero no nos animamos a visitarlo.

¿Cuál es la raíz de todo esto? ¿Por qué el hombre siempre se queja de los demás, le echa la culpa a los demás y se encara contra Dios?

Hoy, el “estar conectado” es parte esencial de la vida de millones de personas. Vamos a la escuela con el iPod puesto. Nos subimos al coche y encendemos la radio. Salimos del colegio y a llamar a todo el mundo. Llegamos a casa y ponemos música. Comenzamos a estudiar y encendemos la tele. Nos vamos a acostar y abrimos el messenger hasta que el cansancio nos consume y el sueño nos vence. Y así, día, tras día. Somos la sociedad del “temor al silencio”.

El hombre de hoy se mira mucho a sí mismo, pero es incapaz de penetrar en sí mismo para examinarse a fondo y encontrar la raíz de sus problemas. En cambio, un hombre que se examina en profundidad es un hombre que progresa porque escucha la música de la conciencia.

Pero para escuchar la conciencia se necesita silencio, y es en este silencio cuando la palabra de Dios se nos manifiesta de una manera concreta.

El Papa Benedicto XVI, en la homilía que pronunció el domingo 26 de octubre de 2008, a propósito de la escucha de Dios, decía: “¡Cuántas veces, durante los días pasados, hemos escuchado experiencias y reflexiones que ponen de relieve la necesidad, hoy cada vez mayor, de escuchar más íntimamente a Dios, de conocer más profundamente su Palabra de salvación, de compartir más sinceramente la fe que se alimenta constantemente en la mesa de la Palabra divina!”.

Cuando se es capaz de escuchar la palabra de Dios, cuando se es capaz de escuchar la voz de Dios, entonces es cuando iniciamos un camino de perfección y conversión.

No debemos tener miedo de escuchar nuestra conciencia. Quizá, al inicio, daremos oídos a ritmos muy extraños: el pecado, la propia miseria, la maldad; pero después de un camino de purificación, experimentaremos una sensación de alivio y un agradable estado de felicidad y tranquilidad, nunca antes alcanzado.

El iPhoneconscience ya ha salido a la venta. No cuesta nada y nunca te arrepentirás de haberlo adquirido. Sólo se necesita educar la voluntad y tener el deseo de cambiar. ¡Anímate a escuchar la música de tu propia vida!

 

 



 

 

 

¡Vence el mal con el bien!

El servicio es gratuito

 



 

 

 

 

Si quieres comunicarte con el autor de este artículo, escribe un mensaje a
sgiraldo@legionaries.org

Regala una suscripción totalmente gratis http://es.catholic.net/virtudesyvalores/regalo.php

Suscríbete por primera vez a nuestros servicios http://es.catholic.net/virtudesyvalores

 

 







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |