El discurso de despedida
Por: Pbro. Francisco Ontiveros Gutiérrez | Fuente: Semanario Alégrate
Jesús se está despidiendo
En la liturgia de los días previos a Pentecostés, comenzamos a leer en el evangelio el mensaje con el que Jesús se despide de sus discípulos. Lo anterior a esto ha sido el lavatorio de los pies con el que el mismo Señor ha configurado una nueva comunidad. No con catequesis ni arengas, sino con su impresionante ejemplo: Él, siendo el Maestro y el Señor, se ha levantado de la mesa y les ha lavado los pies a sus discípulos dándoles, de esta manera, el ejemplo clarísimo de lo que ellos tendrán que hacer a continuación. La comunidad del Señor se ha creado en la fraternidad y sobre el mandamiento del amor, y lo que ellos habrán de hacer es lavarse los pies los unos a los otros.
La voluntad de Dios
La voluntad del Padre es que donde esté Jesús ahí estén los suyos. Por eso, en el momento de su despedida Jesús les hace saber que se va a la mansión del Padre a preparar una habitación para el descanso de sus discípulos. El plan de Dios es la salvación de todos. La unidad perpetua en Dios con Jesús el Señor. La manera en la que los discípulos pueden llegar a esa habitación es siendo y estando con Jesús. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. La ruta, el saber y la fuerza del discípulo está en Jesús, sin Jesús no hay identidad discipular.
El don de la Pascua
Es Jesús quien solicita al Padre el envío del Paráclito, del Espíritu Santo. Este Don hará posible que el amor sea una realidad concreta en los discípulos. Sin la fuerza de lo alto simplemente el amor sería un imposible. Pablo es muy directo al afirmar que, aunque se tuvieran todos los dones de nada serviría sin el amor. El Espíritu es la compañía que santificará a los discípulos dando novedad y actualidad a todo lo que Jesús ha dicho y enseñado. El Espíritu actualiza la Pascua y llena de dinamismo la vida de los discípulos, los hace salir de la postración y de la esclerosis. Es Él quien llena siempre de vitalidad a la comunidad avivando el deseo de estar junto a Dios en Jesús.
La unión en el amor
El mensaje central con el que Jesús quiere lograr que los discípulos alcancen una nueva y mejor comprensión de las cosas es la unidad. Esta unidad sólo es posible en el amor, y el amor es un Don de Dios y una tarea humana. La dimensión del amor es hacerlo así, en la justa medida en la que lo ha hecho el Señor. Un amor al extremo que lleve a la capacidad de lavar los pies los unos de los otros. El Señor no pide que el gesto del lavatorio se realice con Él. Pide que, en el amor los unos con los otros, se haga posible la evangelización mejor. En esto conocerán que son discípulos míos, en el amor.