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Al Señor me acojo: Salmo 11 (10)
Los salmos, alma de mi oración.


Por: P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC | Fuente: El Observador de la actualidad



Como aclaramos en el tema del Salmo 9, la numeración cambia. La traducción griega de los LXX y la Vulgata que sigue la Liturgia de las Horas, se pone entre paréntesis; la hebrea o de los Masoretas, en el exterior. Después del Salmo 147 (146-147), se vuelve a la numeración normal, 148, 149,150.

Examinamos el Salmo 10 entre paréntesis que es el mismo exterior aunque con la numeración del Salmo 11. Así lo seguiremos en este orden, en adelante.

El inocente orante acude al Templo como lugar de refugio; los encargados le señalan que no es un lugar seguro; la postura de ellos es una postura carente de fe y de confianza. El perseguido responde con plena confianza en el Señor.

Es Dios quien actuará de Juez, su tribunal es el cielo. Este juez inapelable odia al violento. Es imparcial, no neutral. Dios está presente, aunque el inocente es acechado en la oscuridad. El inocente al final contempla el rostro de Dios.







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