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4 de marzo de 2023

Palabras exigentes
Santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48. Sábado I de Cuaresma


Por: Redacción | Fuente: somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

“Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne” (Ez 36,26).

Sigo meditando tu Palabra, este Sermón de la Montaña que me sigue confrontando el corazón para que sea de carne, que sea de amor a Dios y al prójimo, que sea como el tuyo.

Desde la pobreza de mi vida, clamo a ti Señor: ¡Dame un corazón de carne! ¡Dame un corazón semejante al tuyo!

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo’. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Palabras exigentes, ¿quién podrá vivir esto? También dijiste “nada es imposible para Dios”. Sé Tú, Señor, quien transforme mi corazón para vivir esto que pides. Tú eres la fuente del amor, sólo experimentándote a ti podré conocer cómo es el amor.

En medio de estas palabras exigentes, me hablas de un premio: “si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis?”. Sí, hay un premio cuando se ama, el premio es vivir la experiencia de la libertad de los hijos de Dios: “Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos”.

¡Qué libertad tan grande la de vivir sin rencores ni juicios! ¡Qué libertad tan grande la de poder hacer siempre el bien independientemente de cómo sea recibido! ¡Qué libertad tan grande hay en orar por los enemigos, porque lejos de amargar nuestra vida nos dan oportunidad de imitar a Dios que hace el bien a todos!

Si, palabras exigentes, pero palabras de vida y de libertad interior.

Toma, Señor, mi corazón de piedra, infunde en él tu Espíritu para que sea un corazón de carne, un corazón vivo y humanizado, que sepa vivir con libertad, como hija tuya o hijo tuyo, haciendo siempre el bien.

«La misericordia se expresa, sobre todo, con el perdón: no juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Jesús no pretende alterar el curso de la justicia humana, no obstante, recuerda a los discípulos que para tener relaciones fraternales es necesario suspender los juicios y las condenas. Precisamente el perdón es el pilar que sujeta la vida de la comunidad cristiana, porque en él se muestra la gratuidad del amor con el cual Dios nos ha amado en primer lugar».
(S.S. Francisco, Catequesis del 21 de septiembre de 2016).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezar un misterio del Rosario por esas personas que yo considero que me hacen un mal, por esas personas que hacen mal a otros y pedir para ellas la gracia de la experiencia de la misericordia de Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





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