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Cronopatía
La consecuencia directa de este mal es la falta de disfrute de cualquier actividad.


Por: Bertha Leonor Galindo Gálvez | Fuente: Semanario Alégrate



El final del siglo pasado y todo lo que va del presente se ha caracterizado por la presencia del estrés en la raza humana que generalmente está asociado con la falta de tiempo.

Un sinfín de ocasiones escuchamos frases tales como “necesitaría que el día tuviese más horas”, “no tengo tiempo”, “no me da tiempo de nada”, “se me pasa el día en un abrir y cerrar de ojos”, “no me da la vida”.

El término cronopatía deriva del griego, cronos, quien en la mitología griega fue considerado como el dios del tiempo humano y pathos se refiere al sufrimiento o enfermedad.

Es importante destacar que es altamente recomendable, idóneo y positivo tratar de sacar el máximo provecho al tiempo siendo lo más organizados posible. Lo que es patológico es la obsesión.

El libro de la psiquiatra Marian Rojas Estapé ¨Como hacer que te pasen cosas buenas” (Edit. Espasa. Barcelona) puso en boga esta palabra. La autora señala que los individuos “nos encontramos en un momento de la historia donde la máxima aspiración del ser humano es la productividad y la eficiencia. Es lo que denominamos la mercantilización del tiempo. Hoy se valora de forma positiva todo aquello que se relaciona con la velocidad y la capacidad de aprovechar más el tiempo. ¿Qué consecuencia tiene esto? La aparición de un estrés que, cual enfermedad maligna, se está extendiendo a todos los aspectos de nuestra sociedad, convirtiéndose en crónica y gravemente perjudicial”.



Existe una preocupación intensa y constante por hacer que los días sean de lo más productivos posible, no importando el alto costo que lo anterior está produciendo en el bienestar.

Esta sensación de culpabilidad al tener momentos de no hacer nada, de descanso se llama cronopatía, es un mal que implica la obsesión de aprovechar al máximo el tiempo.

Muchos estudiantes y profesionistas tienen una animadversión por dormir, les irrita, consideran al sueño una pérdida de tiempo. Cualquier pausa en sus actividades les genera angustia. Las fiestas o celebraciones de igual manera les producen ansiedad.

Byung Chul Han filósofo surcoreano en su obra “La sociedad del cansancio” (Edit. Herder. Madrid), presenta al hombre de la modernidad tardía como el Prometeo cansado, un ser agotado, sujeto del rendimiento y de la hiperactividad, esclavo de él mismo. Obsesionado en que todo se transforme en algo productivo y/o útil, en tiempo de lo contable y medible. “Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando, lo cual culmina con el síndrome del trabajador quemado”.

Características de las personas que padecen este mal:



Preocupación crónica.

Profunda necesidad de satisfacer la exigencia social de la productividad.

  • Alta autoexigencia.
  • Prominente obsesión por el trabajo.
  • Prominentemente competitivas.
  • Impacientes.

La consecuencia directa de este mal es la falta de disfrute de cualquier actividad, debido a que siempre están pensando en la próxima actividad y la fatiga crónica.







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