Escuchar a Dios debe ser lo primero
Por: Card. José Francisco Robles Ortega | Fuente: Arquimedios Semanario
Para Jesús fue importante, y lo debe ser para nosotros también, enseñarnos la necesidad de orar siempre, sin desfallecer.
Para un verdadero discípulo, la oración no puede faltar, no puede olvidarse; es una actividad sumamente necesaria para mantenernos en nuestra condición de sus discípulos.
Algunos describen la oración como una serie de súplicas, como si Dios estuviera para pedirle y pedirle, sin cansancio.
Está bien, somos criaturas, Él es nuestro Padre, ¿y a quién vamos a recurrir si no es a Él?
Pero la oración no es solo pedir. La oración es, ante todo, escuchar qué me dice Dios, qué me pregunta y, escuchándolo, responderle con mi vida.
Dios nos habla de diferentes maneras. Nos ha hablado hermosamente con las obras de su creación. Cuando contemplamos las obras de su creación, escuchamos cuánto nos ama.
Pero también nos habla en una serie de acontecimientos en los que nos ha manifestado su amor, su fidelidad y su gran deseo de que vivamos siempre en comunión con Él en esta vida y después en la vida eterna, es decir, nos ha hablado en los acontecimientos de la historia de la salvación.
Dios, además, nos habla con su misma Palabra hecha carne, que es Jesucristo. Cuando Él nos enseña
a amar, a perdonar, a preocuparnos por los más necesitados, es Dios que nos está hablando.
Él es la Palabra viva de Dios. Cuando escuchamos a Jesús, escuchamos a Dios, Cuando nos manifiesta el infinito amor que Dios nos tiene, aunque seamos pecadores, cuando Él nos dice que Dios está dispuesto a perdonarnos todo y a ser un padre infinitamente misericordioso, nos está diciendo cuánto nos ama Dios.
La oración debe partir de escuchar a Dios, y escuchándolo, saber qué le respondo, qué le comparto,
qué le pido, como respuesta a lo que me está diciendo.
Para que se pueda llevar a cabo esto, necesitamos de la virtud que solo Él nos puede dar, la fe. No hay verdadera y auténtica oración si no se basa en la confianza y en la seguridad que nos da la fe. Es una luz que nos dice que lo que escuchamos es verdaderamente dicho por Dios.
Jesús es la Palabra autorizada del Padre que nos da paz, felicidad y nuestra salvación. La oración es escuchar a Dios con fe, con la certeza de que es Él quien nos habla.
Otra característica de la oración es que debe ser perseverante. La oración constante y confiada nos alcanzará seguro la victoria. No pongamos fechas, modos o maneras de que Dios nos asista. Él sabe cuándo, porque somos sus hijos. Él sabe cuándo las cosas nos hacen bien.
Por último, preguntémonos seriamente: si Jesús viniera en este momento a mi vida, ¿qué encontraría en mí?, ¿cómo me encontraría?, ¿en qué disposición?, ¿en qué grado de fe estoy con Él?, ¿qué encontraría?, ¿fe, frialdad, perseverancia, tibieza?
Él quisiera encontrar la verdadera fe, la verdadera aceptación de lo que nos ha hablado y la búsqueda sincera y perseverante de encontrarnos con Él. Nos quisiera encontrar en una lucha personal por ser cada vez mejores, ayudados con la constancia y la confianza de la oración.