El Adviento
Por: José de Jesús Beaumont Galindo | Fuente: Catholic.net
Adviento: Es el tiempo de la venida del Señor. Eso significa la palabra latina adventus: venida, advenimiento.
El Adviento fue establecido por la Iglesia aproximadamente en el siglo V o VI. La fiesta de Navidad nació a principios del siglo IV, y consta por primera vez en un calendario del año 354; y la fiesta de la Epifanía, quizá algunos años antes. Y a partir de la existencia de esas fiestas, los cristianos quisieron dedicar un tiempo a su preparación. En ocasiones llegó a ser hasta de 6 semanas, pero finalmente se unificó para la Iglesia en las 4 semanas que conocemos actualmente.
El Adviento celebra una doble venida del Señor: en primer lugar, la histórica, cuando asumió nuestra condición humana para hacerse presente en el Mundo; y en segundo lugar, la venida definitiva, al final de los tiempos, cuando llegará a plenitud el Reino de Dios en la vida eterna.
Nuestra espera en el tiempo de adviento es Gradual, los primeros días escuchamos en las Lecturas sobre la venida al final de los tiempos, y se nos pide estas vigilantes para estar preparados, más adelante, comenzamos a escuchar el llamado de Juan el Bautista, para preparar el camino del Señor, y finalmente, los últimos días del Adviento, la palabra nos invita a acompañar a María y a José en esta dulce espera del nacimiento de nuestro Señor.
La corona de Adviento. Este rito, importado del norte de Europa, contribuye a resaltar este tiempo especial. Se trata, de una corona de ramas verdes que se sitúa en un lugar adecuado, y en el que se fijan cuatro velas vistosas. Al empezar la misa, se enciende el número de velas correspondiente a aquel domingo. Una de esta velas es de color Rosa, porque se enciende en el 3er domingo de Adviento; conocido como domingo de la Alegría (En Latín Gaudete), pues las lecturas y oraciones de ese Domingo nos invitan a estar alegres ya por la pronta venida de Nuestro Señor.
Desde el primer domingo de Adviento, e incluso antes, el ambiente navideño se respira por todas partes: la televisión, las tiendas, las calles... En este contexto, lo útil será valorar todos los buenos elementos que hay detrás de todo este ambiente, recordar y alegrarnos por la espera que tenemos de la llegada de Jesús, invitar a vivir este tiempo con signos cristianos y también combatir el falso “espíritu navideño” que consiste en simular que no existen conflictos ni en casa ni en el mundo, al contrario, debemos, haciendo caso al llamado del Bautista: “Allanar los caminos”.
El Adviento es un tiempo que debe impregnar el alma. Es un tiempo que no puede pasar desapercibido, que ha de contener una carga viva de emoción y de sentimiento.