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Una tarea cada vez más difícil: defender lo cristiano
Hay que estar cada vez mejor enterados de los argumentos doctrinales, jurídicos y médicos, para defender la verdad.


Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente: Catholic.net



Las personas de buena voluntad, las respetuosas de los derechos de las personas, tenemos una gran responsabilidad. Se trata de una lucha que es cada vez más intensa, y es la de enfrentar a los destructores de la vida, la familia y el matrimonio naturales, y el respeto a la verdad anatómica de la sexualidad humana. Defender la vida, la familia y el matrimonio naturales se va volviendo cada vez más difícil. Pero hay que hacerlo, y ya no digamos para las futuras generaciones, sino también para estas generaciones que ahora viven, desde los ancianos hasta los niños.

La lucha en contra de Dios y sus mandatos siempre ha existido a través de la historia y seguirá existiendo. Pero en estos tiempos de concentraciones de poder y de comunicación universal, de tergiversación del concepto de derechos humanos, de legislaciones perversas y más, los enemigos de Dios están tratando, más que por las buenas por las malas, imponer sus ideologías, los silencios y castigos a quienes manifiestan opiniones contrarias a las suyas.

Por diferentes motivaciones e intereses, se quiere imponer como normales la homosexualidad, el aborto, la eutanasia, la llamada ideología de género, las uniones de parejas sin matrimonio, la vida sin hijos, la soberbia, el egoísmo. Y esto se hace desde pequeños grupos altamente vociferantes hasta utilizando altas posiciones de poder, como se hace por personeros de Naciones Unidas y por grupos privados, que quieren reducir a como dé lugar, el tamaño de la población mundial, aunque eso se realizaría estando todos ellos ya muertos. Por eso difunden el aborto, la homosexualidad y la destrucción de la familia.

Es una grave responsabilidad, de la que tenemos que hacernos conscientes, de la enorme tarea como cristianos de defender los valores humanos y divinos que nos enseña el cristianismo auténtico. Y esa responsabilidad no desborda para nada nuestras posibilidades, pues como ya sabemos, el Señor nos da las batallas que podemos librar, a unos pequeñas y a otros enormes. Pero siempre será Él quien lo haga por nuestro medio.

A muchas personas sólo les pedirá Dios que hagan la tarea de la defensa de la vida y más entre sus familiares, sus cercanos. A otros, que participan o tienen a su cargo organizaciones de apostolado o de derechos humanos, de política, se les pide que defiendan al Señor con los medios que tengan disponibles. Y a quienes tienen poder de decisiones en cualquier medio, más se les pedirá. Este es el caso de quienes son parte de organizaciones de comunicación o de partidos políticos.



Un caso en particular es el académico. Allí hay mucho qué hacer, no solamente en la enseñanza de lo que Dios manda, sino de la importancia de vivirlo, compartirlo y defenderlo. La educación escolar hasta la universitaria son lugares en donde los enemigos de Dios hacen insistentemente su trabajo de imponer a los niños y jóvenes ideas distorsionadas, antinaturales, de la propia vida individual, familiar, social y profesional.

Es muy importante pues el estar lo mejor enterados posible de lo que está sucediendo en la sociedad, como el fortalecimiento de organizaciones, formales o informales que van en contra de la vida, de la familia y del matrimonio, o del respeto a la propia sexualidad, en especial de quienes defienden el aborto, algo que es cada día más grave. Tras la defensa de los nonatos, se está impulsando la eutanasia, que no es otra cosa que deshacerse se los ancianos y enfermos que les estorban, legalmente.

Hay que estar cada vez mejor enterados de los argumentos doctrinales, jurídicos y médicos, para defender la verdad de que la vida inicia con la concepción, y que por tanto abortar es matar una persona, y difundir esta verdad, ya que muchos partidarios del aborto siguen sin pensar que abortando matan a un ser humano. Que eso de que “mi cuerpo, mi decisión”, es una falsedad.

Para defender los valores que Dios nos ha dado de la vida, la familia, la sociedad, la solidaridad humana, el respeto con todas sus obligaciones para los viejos y los enfermos, se necesita estudiar, compartir, de preferencia de manera organizada. Hagamos apostolado instruido, de tal forma que podamos discutir cuando así se requiera, con valiosos argumentos, nuestras posiciones.

Y ni hablar de los ataques en contra de los valores religiosos en general, no solamente de los judeocristianos, sino también de otras religiones que tienen respeto por la vida o la familia y de los derechos humanos de las personas.



La gravedad de estos problemas de ataque a lo más valioso del ser humano no solamente es la mayor en la historia del mundo, sino que todo indica que irá de malo a peor. Para ello hay que prepararse, orar mucho y pedir al Espíritu Santo nos ilumine y nos guíe.

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