Menu


La esperanza
Es una de las tres virtudes teologales (junto a la fe y la caridad).


Por: Bertha Leonor Galindo Gálvez | Fuente: Semanario Alégrate



El diccionario de la real academia de la lengua española la establece como el estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea. Ya sea a partir de un sustento lógico o en base a la fe, quien tiene esperanza considera que puede conseguir algo o alcanzar un determinado logro.

La esperanza es importante debido a que cuando nos encontramos en una situación difícil, nos ayuda a salir airosos y evita que caigamos en estados depresivos.

Es un pensamiento firme de que las cosas van a mejorar. Un incentivo que da seguridad, fuerza y tranquilidad.

La esperanza, por otra parte, es una de las tres virtudes teologales (junto a la fe y la caridad).

Las virtudes teologales fueron resumidas por San Pablo en la I carta a los corintios: “En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y la caridad, pero la más grande de todas es la caridad” (1 Corintios 13, 13). *esto es el amor*.



Desde el punto de vista de la teología cristiana, las virtudes teologales son inspiradas en el entendimiento del ser humano por el Espíritu Santo, lo que le permite a las personas actuar como “hijos de Dios”. Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla.

El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1803) define a la virtud como: “La disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas”.

A su vez en no. 1813 nos indica que las virtudes teologales son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (cf 1 Co 13, 13).

Transmitidas por Dios en nuestra alma el día de nuestro bautismo con la tarea de hacerlas crecer con nuestro esfuerzo, oración y sacrificio para que actuemos como hijos de Dios en oposición a proceder conforme a nuestros ímpetus de egoísmo, comodidad y placer. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino.

Son dones de Dios, regalos que Él en su infinita bondad nos ha dado, son un modo de ser y de vivir. Se dan en conjunto.



La esperanza está descrita en no. 1817 como la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hb10,23). “El Espíritu Santo que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna” (Tt 3, 6-7).







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |