La escuela de la vida
Por: Pbro. Raúl Rodríguez Cortés | Fuente: Semanario Alégrate
Alguien ha dicho por ahí que la mejor escuela, es la escuela de la vida. Apresúrate, pues, a llenar tu corazón con la sabiduría popular que resplandece por todas partes.
Ser humilde y aprender de los demás, constituye una fuente permanente de sabiduría. Nunca veas a tus compañeros de escuela o trabajo como contrincantes o adversarios; ellos te ofrecen gratuitamente sabias experiencias para tu campo de cultivo y constituyen siempre una fuente permanente de sabiduría.
En el corazón humano, como en el campo, brotan siempre frutos saludables o dañinos. Por lo tanto, el bien que encuentres acógelo con alegría; el mal con que tropieces, excúsalo con noble disimulo. Ten presente, también, que la cizaña crece junto al trigo, pero, Cristo, nos dijo que nunca lo ahoga. Ten, pues, mucha confianza.
En los textos escolares, en las bibliotecas y en los puestos de periódicos y revistas, debes aumentar tu nivel cultural, pero la auténtica sabiduría del corazón la encontrarás en la lectura cotidiana de los acontecimientos de la vida diaria. Conocerás personas humildes y sencillas, que jamás fueron a bibliotecas o salones de una universidad; sin embargo, muchas veces terminamos admirando su riqueza cultural, elogiamos su modo de ser y su personalidad, porque observaron y aprendieron en la escuela de la vida. Seamos, pues, de aquéllos sabios que leen, meditan y aprenden siempre en la escuela de la vida.