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Orar sí sirve para enfrentar las guerras
La Virgen pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón.


Fuente: El Observador de la actualidad



Aveces pareciera que la oración, con ser algo importante, difícilmente puede frenar algo tan grande como un conflicto armado.

Pero la realidad es que ya ha demostrado que puede prevenir guerras o, si éstas ya están sucediendo, minimizar sus efectos o hasta acabar con ellas.

PALABRAS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

El 13 de mayo de 2017, en plena Primera Guerra Mundial, la Virgen María se apareció en Fátima, Portugal, y pidió: “Recen el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”. Y si lo dijo es porque funciona. Los cristianos que hicieron caso a la Madre de Dios oraron por el final de la Primera Guerra Mundial, y ésta terminó pronto.

Sin embargo, el 13 de julio de 1917 Ella advirtió también en Fátima: “Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará una [guerra] peor”. Efectivamente, vino la Segunda Guerra Mundial en el tiempo en que María Santísima lo predijo.



Más aún, la Virgen pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los primeros sábados. “Si mis peticiones son atendidas, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras”.

OTROS EJEMPLOS DE EFECTIVIDAD

  • Mucho antes de las apariciones en Fátima, el 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la batalla de Lepanto, en la que los cristianos, con el viento en contra, se enfrentaron en el mar al ejército más poderoso del mundo, el del Imperio Turco Otomano, que ya había logrado arrasar con la cristiandad en África y que ahora iniciaba su invasión a Europa. Las tropas cristianas oraron, ayunaron por tres días y recibieron la sagrada Comunión. Mientras batallaban, el Papa san Pío V, junto con todos los cristianos, oraban sin cesar pidiendo la intercesión de la Virgen María. Y de manera sobrenatural el viento cambió de manera que afectó a los musulmanes, que en sólo 5 horas fueron derrotados.
  • En Filipinas, nación gobernada de 1965 a 1986 por el dictador Ferdinand Marcos, éste se declaró vencedor en las fraudulentas elecciones de 1986 y envió al ejército para sofocar cualquier protesta. Entonces el cardenal Sin, arzobispo de la arquidiócesis de Manila, instó a una protesta pacífica y el pueblo católico salió en tropel. Rodearon los tanques de guerra y a los soldados armados, rezando el Rosario y cantando canciones religiosas y de protesta. Misas y vigilias de oración se llevaron a cabo en los templos. Esta protesta de oración continuó durante casi una semana, cuando de forma inesperada, los soldados se alejaron de sus tanques, dejaron sus armas, y se unieron a la multitud pacífica. Fue así que Marcos dejó el poder, huyendo del país.
  • El hermano Elías, alemán fundador de la congregación Agnus Dei, la cual es más conocida por su cuarteto polifónico Harpa Dei, tuvo un encuentro en Bélgica, en el año 2000, con obispos del africano país del Congo, los cuales le explicaron que su patria tenía ya varios años en guerra. El hermano inició entonces en el Congo una gran campaña de oración para acabar con el conflicto. En Kinshasa, la capital del país, millones de personas oraron por la paz. Y Dios realmente se manifestó, pues al poco tiempo terminó la guerra en dicha ciudad.
  • No pocos hay que, empujados por este anhelo de paz que es tranquilidad de orden, se agrupan en sociedades y paridos que llaman partidos de orden. ¡Vanas esperanzas y fatigas perdidas! El partido del orden que puede traer de nuevo la paz en la perturbación de las cosas no es más que uno solo: el partido de Dios”. (Pío X)
  • “La Iglesia debe tener en cuenta los poderes oscuros que siempre han operado en la historia. Ésta es también la razón de que desconfíe de toda propuesta pacifista que abusa de la palabra paz para ocultar fines inconfesables”. (Pío XII)
  • “La justicia se defiende con la razón y no con las armas. No se pierde nada con la paz y puede perderse todo con la guerra”. (Juan XXIII)
  • “Si quieres la paz, trabaja por la justicia. Si quieres la justicia, defiende la vida. Si quieres la vida, abraza la verdad, la verdad revelada por Dios”. (Juan Pablo II )







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