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Cuantos tocaban a Jesús quedaban curados
Meditación al Evangelio 7 de febrero de 2022 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Estamos en el tiempo de las multitudes y sin embargo defendemos el individualismo propio de la cultura. Es curioso como en el momento de los apretujones y las aglomeraciones, cada uno de nosotros prefiere que nadie lo toque, que nadie se le acerque. Ahora con justificada razón en medio de la pandemia.

Así, aunque parece que vamos juntos, cada quien permanece en aislamiento y soledad. Y vamos de un extremo al otro: o bien se dan tocamientos sin pudor, escandalosos, que violan la intimidad; o bien ponemos una coraza para que nadie nos toque. Jesús, por el contrario, parece dejarse tocar, propicia el encuentro y también toca a los que se acercan.

Tocar y dejarse tocar es la forma en que Jesús realiza su misión. Lo tocan los enfermos que además de enfermedad cargan la impureza, y Él se hace el encontradizo, coquetea con la impureza, y los transforma en limpios y sanos. Por eso lo siguen, por eso lo buscan y provoca multitudes. Este día el evangelio nos invita a que también nosotros nos acerquemos a Jesús, que lo toquemos y nos dejemos tocar; que lo reconozcamos y nos dejemos reconocer; que le permitamos que mire nuestro interior y también nosotros mirar su interior.

Y es curioso, en este íntimo y mutuo acercamiento encontramos rescatada y valorizada nuestra propia dignidad. Este día es un día propicio para ese encuentro. Jesús, caminante incansable que recorre todos los sitios, se hará el encontradizo, no temamos el contacto, Él nos dará el verdadero sentido de una caricia, de una sonrisa y de un encuentro.

Pero seamos coherentes con este encuentro: Jesús se hace presente en los hermanos y quiere que nosotros los “toquemos” con cariño, con respeto y con dignidad. Nunca para manosear o manipular, siempre buscando el encuentro que construye, que dialoga, que hace crecer. Convirtámonos en los “camilleros” que llevaban a los enfermos para que Jesús los tocara.



Hoy hay muchas personas que no tienen quienes los cargue, quien los acerquen a Jesús, quien  les ofrezcan salvación. Dejarse tocar de Jesús es dejarse amar por Él; amar a los hermanos es acercarlos a Jesús para que Él los toque , para que Él los mire y los sane.








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