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Liderazgo al estilo jesuita: Cómo benefició a J.P. Morgan
Ante ambientes complejos y cambiantes, los jesuitas privilegiaron la capacidad de innovar, de permanecer flexibles y adaptables, de fijar metas ambiciosas…


Por: Antonio M. Prida | Fuente: Voces México



Al jesuita Luis González-Cosío

y su grupo de reflexión empresarial,

de quienes he abrevado las enseñanzas

que ahora comparto.

Con motivo del inicio del nuevo año 2022, deseo compartir con mis lectores algunas reflexiones derivadas del libro de Chris Lowney intitulado “El Liderazgo al Estilo de los Jesuitas / las mejores prácticas de una compañía de 450 años que cambió el mundo”. La Societas Jesu, S.J. es una orden religiosa de la Iglesia Católica, fundada por San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y otros cinco compañeros en 1534, en París, que cuenta actualmente con alrededor de 19 mil miembros, sacerdotes, estudiantes y hermanos, siendo hoy en día la mayor orden religiosa masculina católica. El autor abandonó la Compañía de Jesús un viernes de 1983 y comenzó a trabajar en el banco de inversión J.P. Morgan el lunes siguiente, donde permaneció diecisiete años. En su nueva actividad empresarial siguió utilizando como modelo de imitación al fundador de los jesuitas San Ignacio de Loyola con el propósito de transformar a las personas desde dentro. El libro analiza los principios del liderazgo que han guiado a los jesuitas desde el año 1540.



El reto que enfrentó Lowney en J.P. Morgan fue hacer que sus equipos de trabajo desarrollaran un liderazgo capaz de mantener a dicha institución a la cabeza de las empresas bancarias más importantes del mundo. Allí tomaban todas las iniciativas posibles para generar una actitud mental y una conducta necesaria para el logro de sus objetivos, incluyendo la introspección y el ingenio, a fin de encontrar lo mejor de cada uno y potenciarlo. Desde entonces se enseñó a proponer respuestas nuevas para solucionar problemas nuevos, así como una actitud de recibir a los otros sin prejuicios. Para ello se instaló una práctica de avanzada que se denominó “retroalimentación de 360°”, en la cual se incorporaban en las evaluaciones anuales del desempeño, no sólo el aporte del jefe directo del empleado, sino también el de sus subalternos y el de sus pares. Dicha retroalimentación de 360° derivó de la práctica en la multicentenaria Compañía de Jesús, la cual organizó desde antaño equipos multinacionales que trabajaban en armonía y motivación de un desempeño ejemplar para permanecer en todo momento “listos para el cambio” y con estrategias adaptables.

Ante ambientes complejos y cambiantes, los jesuitas privilegiaron la capacidad de innovar, de permanecer flexibles y adaptables, de fijar metas ambiciosas, de pensar globalmente, de actuar con rapidez y de asumir riesgos. Algunos aspectos de las técnicas jesuíticas como el vínculo entre el conocimiento de sí mismo y el liderazgo, han mostrado su plena vigencia en el ambiente empresarial contemporáneo, ya que el hombre o la mujer dan su mejor rendimiento en ambientes estimulantes de carga positiva que propicia a sus dirigentes a crear ambientes “más de amor que de temor”. Los principios que rigen este liderazgo revolucionario, son aplicables en toda la vida del ser humano, tanto laboral como personal y confirman la vocación de que todos los seres humanos estamos llamados a ser líderes.

El autor habla de los siguientes cuatro pilares del éxito: conocimiento de sí mismo, esto es, conocer nuestras fortalezas, debilidades y valores, así como tener una visión del mundo para poder ordenar la propia vida; ingenio, esto es, capacidad de innovación y de adaptación a un mundo cambiante que es nuestro hogar; amor, esto es, tratar al prójimo con amor y con una actitud positiva, creando ambientes de amor en vez de temor y sin prejuicios; y heroísmo, esto es, capacidad de fortalecerse a sí mismo y a los demás, despertando grandes deseos con aspiraciones heroicas. Bajo esta perspectiva, los jesuitas formaban a todos los novicios para dirigir, convencidos de que todo liderazgo empieza por saber uno dirigirse a sí mismo. Así, el autor prueba la vigencia de los mencionados pilares para fomentar un comportamiento seguro de las personas, a pesar de los cambiantes panoramas de cualquier siglo. Esta forma de pensar enseña a disfrutar la felicidad e invita al ser humano a hacer contribuciones positivas en donde estemos, bajo una ética implícita de amar a los demás como a sí mismo y de no hacer a los demás lo que uno no quiere para sí.

Lowney dedica un capítulo intitulado “qué hacen los líderes” en el que describe la primera acción de “trazar el rumbo”, esto es, indicar el camino acertado, convencer de que es preciso ir allá y exponer una visión del futuro que se quiere lograr, a veces lejano, y las estrategias para producir los cambios necesarios para realizar dicha visión. El propósito es alinear a la gente cuya cooperación se requiere; comunicar el rumbo verbalmente y con hechos, de manera que influya en la creación de equipos y coaliciones que entiendan la visión y las estrategias y acepten su validez.

El propósito es motivar e inspirar, infundir vigor a las personas con el fin de vencer los obstáculos políticos, burocráticos y económicos que se oponen al cambio y satisfacer así necesidades humanas básicas que a menudo permanecen insatisfechas. En la visión jesuita, el liderazgo nace desde adentro de uno y determina quién soy y qué hago. El liderazgo no es un acto sino una manera de vivir que no termina, sino que es un proceso continuo, un oficio, una función que uno desempeña en el trabajo y que luego deja a un lado cuando regresa a casa a descansar y disfrutar de la vida familiar. Este proceso continuo de desarrollo implica un conocimiento de sí mismo que va madurando. Este modelo de liderazgo ofrece rumbo, pero más preguntas que respuestas prácticas.



Como se puede percatar el lector, la tarea de los jesuitas no fue persuadir a los novicios para que actuaran de cierta manera, sino dotarlos de las destrezas para discernir por sí mismos, en cada caso, lo que había que hacer. En mi próxima columna continuaré exponiendo mis reflexiones sobre este motivante libro de Chris Lowney con el propósito de que en el 2022 todos y cada uno de mis lectores, y yo mismo, asumamos en plenitud nuestro propio liderazgo para enfrentar con éxito los enormes retos que se nos vienen encima.







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