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Inspectores de defectos
Busquemos estar siempre atentos en resaltar y reconocer los aspectos positivos y virtudes de nuestra pareja.


Por: LCF Francisco Peralta Dávalos - LCF Anahí Ruvalcaba Ortíz | Fuente: Catholic.net



Una tentación que se nos puede llegar a presentar en la etapa de recién casados es la de convertirnos en una especie de inspectores de lo que nos desagrada de nuestra pareja o de sus defectos.

Es normal que en el proceso que se da al iniciar la vida en común en el matrimonio vayamos encontrando en nuestra pareja ciertos aspectos que seguramente no nos harán mucha gracia y lo más probable es que también nuestra pareja encontrará ciertos de esos “detalles” en nosotros. Eso es lo primero que hemos de tomar en cuenta, pues somos dos personas completamente diferentes y, como toda persona, podemos tener muchas características, pero la perfección no es una de ellas; todos tenemos defectos y lo más común es que la mayoría de ellos lleguen a salir en la vida matrimonial debido a la convivencia cotidiana que se tiene, como dice la expresión popular “si quieres conocer a Inés, vive con ella un mes”. Aquí pueden surgir temas desde los clásicos como la tapa del baño, la pasta de dientes, la ropa sucia o la toalla en el suelo, hasta otros de mayor complejidad que cada pareja irá descubriendo.

En un primer momento es importante para las parejas que están por casarse sean realistas, de tal manera que sepan que surgirán esos “detalles” que no nos agraden del todo en nuestra pareja, habrá que hacer a un lado las falsas expectativas que se puedan tener de que en nuestro matrimonio no surgirán este tipo de aspectos. Si aún no se ha hecho, más vale iniciar a pensar en nuestra pareja no como un ideal, sino como la persona real de carne y hueso, con virtudes y desperfectos.

Por otra parte, será vital el cuidarnos de no “ponernos la gorra” de inspector de defectos de nuestra pareja. Si nos ponemos a buscar los defectos seguramente encontraremos muchos pues, como hemos dicho anteriormente, la persona es imperfecta, de tal manera que correremos el riesgo de centrarnos solamente en los aspectos negativos, como si tuviésemos una lupa enfocada en los defectos y que, por una parte, nos haga ver de manera aumentada dichos defectos y, por otro lado, no nos deje ver claramente los aspectos positivos y las virtudes que tiene nuestro esposo o esposa. Recordemos las palabras de Jesús en el Evangelio "¿Cómo es que ves la paja en el ojo de tu hermano si no adviertes la viga en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Deja que saque la paja de tu ojo, teniendo una viga en el tuyo? ¡Hipócrita!, quita primero la viga de tu ojo, y entonces verás para quitar la paja del ojo de tu hermano" (Mt. 7, 3-5).

Será importante darle a cada cosa su lugar y tener la capacidad de ver tanto los aspectos positivos como los negativos en su justa medida. No se trata de negar los defectos de nuestra pareja ni ocultarlos, mucho menos fingir que no existen, esto sería igual a engañarnos y se trata de todo lo contrario; el auténtico amor se da cuando eres consciente de la persona con la que has decidido formar una familia, cuando eres capaz de verle en su realidad, con sus fortalezas y debilidades y así decides amarle, ahí se da el amor más libre y auténtico.   



Enrique Rojas menciona que “el verdadero amor consiste en luchar por sacar lo mejor de la otra persona”. Busquemos estar siempre atentos en resaltar y reconocer los aspectos positivos y virtudes de nuestra pareja más que sus defectos pues aquello en lo que estemos mayormente enfocados al final de cuentas será lo que tenga más peso en nuestra relación.







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