24 de noviembre de 2021
Defender tu propia identidad
Por: Jorge Alberto Leaños García, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, quiero encontrarte. Sólo dame la paciencia para esperar tu gracia, sabiduría para verte en donde me muestres tu bondad, entendimiento para comprender lo que me quieres enseñar y fortaleza para vencer con tus fuerzas. Ayúdame a discernir dónde está tu voluntad, a estar abierto a lo que me pidas y a no tener miedo de hacer tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 12-19
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta sus padres y hermanos, sus parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuando alguien cree verdaderamente, no se puede quedar simplemente en los actos de fe, sino que también encuentra el deseo de tener una vida en donde sus obras demuestren claramente lo que cree.
Tenemos un reto de actuar conforme a lo que somos. Nuestro obrar irá demostrando la identidad que Cristo formó y modeló en nosotros desde el momento que nos creó. Nuestro actuar nos irá identificando con Cristo al grado de compartir sus mismos sentimientos. (Flp. 2, 5)
Es evidente que hay una persecución contra nuestra identidad de católicos, de hombres portadores del nombre de Cristo. Una persecución guiada por un mundo que provoca la guerra, la injusticia y la incomprensión; o también guiada por el demonio que infunde el miedo y la desconfianza en Dios. Pero, sobre todo, es una persecución dirigida por el hombre que persigue los propios intereses y que, en un acto de puro egoísmo, va desapareciendo su propia identidad de hijo de Dios.
Convencernos… convencernos de lo que somos y recordarlo una u otra vez. Ésta es la calve para mantenernos en pie en medio de la persecución que el tercer milenio impone a la humanidad. Se trata de una actitud humilde de confianza y abandono, pero al mismo tiempo, es una actitud de fortaleza fundada en un amor apasionado a Cristo. Así se nos invita a luchar por Cristo.
Cuando hayamos caído, tengamos el valor de seguir levantándonos, porque no importa caer mil veces cuando se ama la lucha y no la caída, cuando se tiene una razón para levantarse y seguir luchando. Al final, sobre toda prueba y dificultad sabemos que el amor es más fuerte, porque Él nos amó primero.
«La persecución es un poco “el aire” del cual vive el cristiano también hoy porque también hoy hay muchos, muchos mártires, muchos perseguidos por amor a Cristo. En muchos países los cristianos no tienen derechos: si tú llevas una cruz, vas a la cárcel y hay gente en la cárcel; hay gente condenada a morir por ser cristianos, hoy. Ha habido gente asesinada y el número es más alto que el de los mártires de los primeros tiempos. ¡Más! Esto no es noticia y por eso los telediarios, los periódicos no publican estas cosas. Los cristianos son perseguidos y esto nos debe hacer reflexionar sobre nuestra condición de cristiano. Yo soy un cristiano tranquilo, llevo mi vida adelante sin darme cuenta de estos hermanos y hermanas que son perseguidos, Queridos, no os extrañéis del fuego que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño. La persecución es una cosa de todos los días también hoy y hoy, más que en los primeros tiempos. Y esta es la persecución a los cristianos que es una de las bienaventuranzas». (Homilía de S.S. Francisco, 1 de junio de 2018, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Intentaré ser más consciente de mi identidad de hijo de Dios, para actuar en consecuencia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio: