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Construyamos todos juntos un futuro mejor
Arzobispo de Córdoba, Argentina.


Por: Monseñor Carlos Ñáñez | Fuente: Vatican News



Falta exactamente un mes para las elecciones legislativas en la República Argentina. El país natal del Papa Francisco atraviesa un clima político tenso tras la celebración de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias del pasado 12 de septiembre, que dieron como resultado una derrota del oficialismo. El debate político ha visto actitudes “un tanto confrontativas e incluso agresivas”, con discursos “que buscan captar adhesiones”, dice Monseñor Carlos Ñáñez, Arzobispo de la provincia de Córdoba, quien señala, asimismo, la falta de “explicación de las propuestas” a la población argentina, sufriente no sólo por la pobreza estructural, sino también por la corrupción y la impunidad. De hecho, el país considerado “el granero del mundo” por su capacidad de alimentar a 400 millones de personas posee un porcentaje de pobreza que linda el 50 por ciento, con niveles de miseria e indigencia nunca vistos en su historia. En esta situación, mons. Ñáñez manifiesta su esperanza de que todos los argentinos puedan unir los esfuerzos para resolver los graves problemas del país. Al Obispo de Córdoba, los micrófonos de Radio Vaticano:

Monseñor, Argentina está, podemos decir, en un momento “crucial” de su historia política tras la celebración de las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) . Según usted: ¿que ha sobrado y que ha faltado en el debate político?

La importancia de las elecciones en un sistema democrático – y es algo en lo que todos estamos de acuerdo – reside en que las elecciones dan la oportunidad de seleccionar propuestas y candidatos. En este sentido, las primarias tienen una importancia particular. Luego, las elecciones generales nos llevan a “profundizar” el discernimiento y a concretar una decisión. Lo que suele ocurrir es que a veces se da más importancia a las encuestas, a las imágenes de posibles candidatos, a discursos para captar adhesiones, y a veces falta la presentación y explicación de propuestas. Recuerdo que cuando era joven en ocasión de las elecciones se solían presentar lo que se llamaban las “plataformas partidarias” y las “plataformas electorales”. Eso hoy no es tan corriente. Me parece que es una de las carencias. Por ello espero que, en la perspectiva en la que estamos ahora de prepararnos para las elecciones legislativas generales, haya una presentación de explicación de las propuestas. Es lo que anhelo, para que los ciudadanos podamos discernir y concretar nuestra decisión.

¿Ha habido un verdadero debate? ¿Qué ha habido “de más” que podría haberse evitado?

A veces actitudes un tanto confrontativas, incluso hasta agresivas, algo que complica el clima general. Es cierto que en estas circunstancias hay apasionamiento y demás, pero tiene que haber al mismo tiempo una mesura, porque los que contienden en una disputa electoral son adversarios, pero no enemigos, pues somos todos ciudadanos de una nación que queremos construir entre todos.



En el país la pobreza ya es estructural. ¿Quiénes son pobres en la Argentina de hoy?

De acuerdo a las estadísticas hay un número elevado de personas pobres y un número considerable de personas indigentes. Realmente es una situación penosa para nuestro país, porque una nación potencialmente próspera y con una población que tiene numerosos talentos, aprovechando la riqueza de recursos naturales y esos talentos, podría multiplicar los bienes para que no se dieran estos índices de pobreza, y para que todos tengan una perspectiva de vida razonable y digna. Esto me parece que es una contradicción en nuestro país. Pienso también que hay que mirar la realidad tal como se presenta, y buscar e imaginar soluciones, que van, ciertamente, a implicar esfuerzos por parte de todos, quizá un esfuerzo solidario. Creo si se encuentra un objetivo común, si todos nos comprometamos con él, y si con constancia vamos tras ese objetivo, creo que hay buenas posibilidades para el país.  Emblemático, en ese sentido, el ejemplo del Santo Cura Brochero en su tarea en traslasierra: la labor de un hombre que fue a una zona muy postergada, casi excluida, que con su predicación evangélica y con su acción apostólica logró hacer confluir las voluntades hacia un esfuerzo común que, además de posibilitar una vida cristiana más comprometida y más digna, suscitó condiciones de vida sociales que dignificaron a la población y que ofrecieron posibilidades de una mejor existencia.

Usted dijo en otra entrevista es que no se puede concebir como un país que puede alimentar a 400 millones de personas tenga tantos chicos desnutridos, tantos abuelos sufriendo. Sabemos que el trabajo da dignidad al hombre, pero a menudo en vez de resolver los problemas estructurales se ponen “parches” como los subsidios. ¿Cómo piensa que se puede afrontar la cuestión?

Tengo presente lo que sucedió en la crisis de fines de 2001, principios de 2002, que fue también un momento muy penoso para la Argentina: en un momento de oración en la catedral, la gente después de la celebración decía espontáneamente: "nosotros no queremos bolsones, queremos trabajo". Trasladándolo a la crisis del momento actual, son muchos los que dicen: "nosotros no queremos planes, queremos trabajo". Los subsidios, estos “planes sociales” cumplen una función en la emergencia, pero tiene que ser algo transitorio. Lo importante es generar trabajo, porque es el trabajo lo que dignifica, y también crear condiciones para que ese trabajo sea lo más estable posible, de manera tal que la persona no viva con la zozobra de la precariedad, sino que sepa que tiene un trabajo que lo dignifica y que le permite aspirar a un futuro cada vez mejor. Eso me parece que es una responsabilidad, por supuesto, de toda la sociedad, pero particularmente de quienes gobiernan, que deben trazar políticas públicas que sean estables y favorezcan esto, para crear condiciones de trabajo y favorecer la creación de puestos de trabajo.

Hablando de políticas públicas, pasamos a la salud pública, también al tema de la educación. Hay problemáticas preexistentes que se han visto exacerbadas por la pandemia. ¿Puede explicar cómo está el tema de la vacunación en la Argentina, y qué podemos esperar de este largo año que ha sido perdido de educación? ¿es posible recuperar?



Con respecto al tema de la salud pública quisiera destacar el esfuerzo y la entrega de tantos agentes sanitarios que se han desvivido por servir a los ciudadanos, a los enfermos: médicos, enfermeros auxiliares de medicina y otros. Realmente esto ha sido una expresión de solidaridad, a veces, hasta “heroica”. La pandemia mostró los límites y las deficiencias en las estructuras, y esto es una invitación para una transformación, de manera tal de asegurar una salud pública razonable, que se pueda concretar, y que no esté reservada a un determinado grupo. Que toda la población pueda tener acceso al cuidado de una salud y que sea realmente razonable.

En relación al tema de la educación, puedo decir que ha sido un momento también muy difícil, debido a que más de un año sin concurrir a las escuelas ha afectado los vínculos, porque la escuela es también un ámbito de socialización y de vinculación de la institución también con la familia. Tenemos que tener en cuenta que la educación también fortalece la dignidad, y, en ese sentido, ha habido una pérdida. Espero que se pueda recuperar, pero va a ser necesario un esfuerzo enorme que va a demandar grandeza de alma en todo para llevarlo adelante. Creo que había razones sanitarias para el cierre, pero me da la impresión de que se ha exagerado un tanto, y eso ha afectado al desempeño de la tarea escolar y educativa.

Con respecto a la vacunación, puedo decir que ahora va avanzando, gracias a Dios, pero al principio hubo una demora que, me parece, no fue justificable. Incluso después hubo fenómenos de discrecionalidad en el tema de la vacunación, con personas que fueron vacunadas fuera de un orden que debía privilegiar especialmente a las personas más vulnerables. Puedo decir que nuestra provincia, Córdoba, la vacunación estuvo, dentro de las posibilidades, bien organizada y facilitada, pero no sucedió así en todos los ámbitos del país.

Refiriéndonos a las propuestas concretas de los partidos, por ejemplo, respecto al flagelo del narcotráfico y de la corrupción.¿Cuán grave es el escenario actual y cuán grande es, al respecto, el tejido de corrupción a nivel político?

El tema del narcotráfico es un drama global, sí, en todas partes, pero entre nosotros afecta ciertamente mucho. Recuerdo siempre que la Comisión de Pastoral Social solía hacer algunas recomendaciones o algunas preguntas a los candidatos, y entre esas preguntas estaba el cómo ellos pretendían abordar este tema. Ha habido algunas respuestas a esas preguntas, pero el tema sigue vigente: hay tramas de dinero y de poder que no fáciles de enfrentar sin una voluntad política determinada y una acción conjunta de prevención y de rechazo a la comercialización y circulación de la droga. Es un verdadero drama porque son, como se suele decir comúnmente, "viajes de ida" sin regreso. Es cierto que se pueden hacer tareas de recuperación, pero muchas veces son limitadas en sus efectos: quienes han sufrido esa situación quedan muy frágiles y propensos a veces a reincidir. No basta hacer una campaña intensa por algunos días, y que después esa acción se diluya en el tiempo: se necesitan actitudes claras, firmes y constantes.

Y el tema de la corrupción es un tema delicado. Yo he hablado en más de una oportunidad sobre eso, y quiero recordar algo que escuché también en ocasión del sínodo de América en el año 1997 cuando estaba también candente el tema de la deuda externa, donde se señalaba que a veces los recursos que se habían facilitado para promover acciones de desarrollo, habían terminado en otros destinos. En ese ámbito se dijo - y a mí me pareció interesante - que la corrupción es realmente un drama, un flagelo, pero lo más serio es la impunidad, debido a que cierra el círculo vicioso, pues, si quien incurre en actos corruptos sabe que no va a tener consecuencias y que de ninguna manera va a ser sancionado, es como que “se anima más” en eso. Tenemos una historia penosa en ese sentido. Basta recordar, aunque esto parezca como una anécdota, la letra del tango Cambalache: ya desde el año 1936 se señalan algunas actitudes penosas: son situaciones que vienen desde hace mucho tiempo y que hay que enfrentarlas para corregirlas.

En estos temas estamos todos involucrados. Pero está siempre el riesgo de descargar las responsabilidades sobre los otros…

Nosotros tenemos que hacernos cargo de que todos tenemos algo que ver con la situación que nos afecta. Es cierto que hay distintos grados de responsabilidad, pero una de las cosas que nos suele pasar a los argentinos es que nos des- responsabilizamos. La culpa es de los otros: de este grupo, de este partido, de este sector, y así "yo no tengo nada que ver con eso porque yo no estoy en esas cosas". Pero, a veces, todos somos responsables por acción o por omisión.

Quisiera decir, por ejemplo, que ciertos actos de corrupción además de una sanción legal tienen que tener una sanción social. En cambio, a veces se festeja el tema de la “viveza criolla”, de la habilidad "para zafar" como vulgarmente se dice, y eso también favorece una actitud propensa a la corrupción. Este tema de la viveza criolla nos ha hecho mucho mal, porque, en definitiva, cuando se producen esas cosas, ¿quiénes pierden? Sobre todo, los más frágiles, los más débiles, los pobres, los que no tienen otra posibilidad.

A veces, cuando se habla de política, existe el riesgo de tergiversar las palabras del Papa. ¿Cuál es su visión?

A mi me parece que a los argentinos nos cuesta un poquito caer en la cuenta de que el Papa es pastor de toda la Iglesia y que su mirada está fundamentalmente puesta en toda la humanidad. A veces pensamos que el Papa está pendiente sólo de la Argentina, y que cualquier cosa que él realiza o dice es en relación a nuestra situación nacional. Me parece que eso es una exageración. Además, se mezclan con esto miradas sesgadas que se fijan en detalles y en de que manera se puede cuestionar una acción del Papa. Creo que - por lo menos es lo que yo aprecio y puedo ver - hay afirmaciones con respecto a la actividad y enseñanza y orientaciones del Santo Padre que no son bien entendidas y recibidas - a veces - entre nosotros.

Alguno dice que la iglesia fomenta la economía del pobrismo…

De ninguna manera, la pobreza según el criterio evangélico es vivir de una manera sencilla, austera, pero fundamentalmente digna. La pobreza supone tener lo necesario para vivir dignamente. La miseria es cuando se carece de lo necesario para vivir dignamente. Eso no está favorecido ni por el Evangelio ni mucho menos por la iglesia.

En la provincia de Córdoba se han vivido trágicos incendios, esta vez se entiende por causas naturales. Pero en pasado ha habido acusaciones sobre la mano del hombre en ellos. El Papa nos llama a menudo a asumir la responsabilidad de custodiar la Creación…

Creo que el llamado que el Santo Padre ha hecho con insistencia respecto del cuidado de la casa común es algo urgente. Lo dijo prácticamente desde el comienzo de su servicio como Sucesor del apóstol San Pedro, allá el 19 de marzo de 2013. Luego con la magnífica enseñanza de la Laudato si’. Es un tema que, por supuesto, hay que abordar en el ámbito educativo porque niños y adolescentes suelen ser muy sensibles a estas enseñanzas y propuestas, pero es algo que nos concierne a todos y, como bien señalabas, se han producido a veces tragedias no sólo por fenómenos naturales sino porque también ha estado la mano del hombre en provocarlos o en descuidar los recaudos necesario para preservar el medio ambiente. Me acuerdo de una propaganda que decía "solo tenemos medio ambiente", que añadía "cuidemos lo que Dios nos ha regalado"… Creo que es todavía una tarea pendiente. Lo es en buena parte del mundo, y también aquí.

¿Desea realizar algún llamamiento?

Me parece algo muy sencillo pero fundamental: renovar nuestra fe en la Providencia que cuida de todos nosotros y cada uno, pero también cooperar con su disposición. No vivir “en un providencialismo”: confiar en la providencia, pero también cooperar con ese cuidado de la Providencia. Un poco lo que la sabiduría dice: a Dios rogando y con el mazo dando. Y, también, sembrar esperanza en nuestros discursos y en nuestras actitudes con mucha perseverancia, porque sabiendo que Dios nos cuida, confiando en ese cuidado, cooperando con sus disposiciones, puede surgir la perspectiva de un futuro mejor y de una situación mejor que la que estamos atravesando, y eso nos tiene que alentar siempre. O sea: una auténtica esperanza que nos hace mirar el futuro, con compromiso, pero con confianza.

Un llamamiento que poner en práctica monseñor Ñañez. Muchísimas gracias

¿Una última cosa puede ser?

¡Sí, claro que sí!

Bueno, digo que una de las cosas lindas de la Argentina y de toda Latinoamérica es el cariño que tenemos todos a nuestra Madre, la Santísima Virgen, en sus distintas advocaciones: desde Guadalupe hasta cada una de las advocaciones, y bueno, ponernos también bajo la protección de la Santísima Virgen para que nos ayude a a transitar estos momentos difíciles y para hacer lo que ella decía allá en Caná de Galilea cuando le señalaba a los servidores en la boda: “Hagan todo lo que Él les diga”. Me parece que es una recomendación para que nosotros tomemos en serio la Palabra de Jesús, y hagamos lo que Él nos dice. Nada más.







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