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¿Cómo dicen que el Mesías es Hijo de David?
Meditación al Evangelio 4 de junio de 2021 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



La pregunta fundamental a la que responden los evangelios es quién es Jesús. No en el sentido teórico, sino sobre todo quien es Jesús para ti, quién es Jesús para mí. Muchos cristianos quisieran que este seguimiento no les trajera ningún compromiso y mucho menos dificultades.

Vivir el evangelio con frecuencia comporta riesgos y consecuencias difíciles de sostener y muchos prefieren solamente confesar a Jesús de boca, no arriesgar la vida en su seguimiento. San Marcos inicia su Evangelio diciéndonos que Jesús es el Evangelio, que es la buena nueva, que es Hijo de Dios.

Y a lo largo de su narración va profundizando estas verdades como una decisión de vital importancia para la vida del creyente. El breve pasaje de hoy profundiza este sentido presentándonos dos formas de conocer a Jesús: los escribas que no han logrado acercarse a Él, ni son capaces de reconocerlo; y las multitudes que lo rodean y que lo escuchan con agrado. ¿Jesús es el Hijo de David?

Nosotros muchas veces hemos utilizado este título. Jesús lo acepta, aunque nunca lo usa porque resultaba ser ambiguo y despertaba en el pueblo expectativas nacionalistas o de restauración de la monarquía. Jesús no aspira a ser ni rey en el sentido terrenal, ni tampoco elevar a Israel por encima de todas las naciones.

Si acepta este título le da el sentido de quien viene a anunciar el verdadero Reino que restituye la plena dignidad de la persona y de toda la humanidad. No se reduce a un bienestar físico ni a una autonomía política, sino propone una nueva dimensión que integra a toda la persona y a todas las personas.



Las palabras de Jesús suenan a reproche contra los escribas por su incredulidad y por su falso concepto de Mesías. Ellos querían un Mesías guerrero y poderoso, un Mesías victorioso. Jesús se presenta como un Mesías misericordioso, justo, compasivo, amante de la verdad y de la justicia. Un Mesías que es reconocido por el mismo David como su Señor, es decir como su Dios.

Hoy vivir el Evangelio implica el verdadero compromiso político de luchar por la verdad, por la justicia y por la vida, sobre todo ahora que estamos a un paso de las elecciones. A veces queremos vivir el evangelio, pero utilizándolo para nuestros propios proyectos y caprichos, y Jesús nos enseña que su verdadero discípulo se convierte en servidor y en constructor no de sus propios proyectos, sino del Plan de Dios. ¿Cómo aceptamos nosotros a Jesús?








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