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1 de junio de 2021

Y, al escucharlo, se maravillaban de Él
Santo Evangelio según san Marcos 12, 13-17. Martes IX del Tiempo Ordinario


Por: Adrián Olvera, LC | Fuente: somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

?Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, sólo te pido que, tanto hoy como mañana, me lleves siempre hacia ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 12, 13-17

En aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes, para hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a él y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la gente, porque no tratas de adular a los hombres, sino que enseñas con toda verdad el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagarle el tributo al César? ¿Se lo damos o no se lo damos?”.

?Jesús, notando su hipocresía, les dijo: “¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que yo la vea”. Se la trajeron y él les preguntó: “¿De quién es la imagen y el nombre que lleva escrito?”. Le contestaron: “Del César”. Entonces les respondió Jesús: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Y los dejó admirados.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Muchas veces, sin darme cuenta, trato de hacerte a mi medida; a mi conveniencia, Señor. Trato de llevarte a que me digas lo que quiero escuchar cuando muy en el fondo sé la respuesta.

?Tengo que admitir que ésta, con frecuencia, va en contra de lo que quiero… de lo que deseo. Aunque sepa lo que es correcto.

Los fariseos no se equivocaban del todo… sabían que Jesús enseñaba con franqueza el camino de Dios… el camino de la verdad. Él, como buen Maestro, como buen amigo, respondió a su pregunta. Tal vez, no era lo que ellos esperaban; no era lo que más les convenía, sin embargo… era la verdad y, al escucharla de Él se maravillaban.

Pero… ¿de qué se maravillaban? ¿Qué era lo que les llamaba la atención? No era la elocuente forma de evadir la tentación de los fariseos; no era el estilo o el tono con que promulgaba las respuestas. Era aquella impresión que roba el aliento cuanto se está de frente a la Verdad.

?Se maravillaban ante el amor… ante el esfuerzo de verte llevar las personas al Padre, llevarlas a Dios.

Esta maravilla es la que me permite distinguir más allá de lo que me conviene o de lo que quisiera escuchar, de lo que verdaderamente es de Dios.

Dame la gracia, Señor, de distinguir lo que es de ti, de lo que no lo es. Dame la gracia de maravillarme ante el esfuerzo de siempre llevarme hacia Dios… de llevarme hacia ti.

«Los evangelios nos dicen que hubo sentimientos encontrados en los paisanos de Jesús: le pusieron distancia y le cerraron el corazón. Primero, “todos hablaban bien de él, se maravillaban de las palabras llenas de gracia que salían de su boca”; pero después, una pregunta insidiosa fue ganando espacio: “¿No es este el hijo de José, el carpintero?”. Y al final: “Se llenaron de ira”. Lo querían despeñar… Se cumplía así lo que el anciano Simeón le había profetizado a nuestra Señora: “Será bandera discutida”. Jesús, con sus palabras y sus gestos, hace que se muestre lo que cada hombre y mujer tiene en su corazón».
?(Homilía de S.S. Francisco, 24 de marzo de 2016).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

?Hoy intentaré hacer un acto de caridad a un conocido con el fin de acercarlo más a Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

?En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





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