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Pío XII y la idea del mundo occidental
Cuentan los historiadores Don Roberto Regoli, de la Universidad Gregoriana, y Paolo Valvo, de la Universidad Católica.


Por: Fausta Speranza | Fuente: Vatican News



No es fácil hablar de Occidente, en la actualidad, sin caer en fórmulas estereotipadas, simplistas, retóricas e ideológicas. Uno se da cuenta de que para ello hay que historizar el concepto de Occidente. Todo se remonta al drama del siglo pasado: el conflicto mundial y luego el mundo dividido por el Telón de Acero que llevó a la división entre una Europa de Occidente bajo el escudo protector de Estados Unidos, en cuyo contexto se inició el proceso de integración europea, y una Europa del Este hegemonizada por la Unión Soviética.

La Iglesia que se resiste a un pensamiento homologante
En los años del pontificado de Pío XII, de 1939 a 1958, destacó entre las visiones homologantes la de la Iglesia católica, que, en sus diversas articulaciones, aseguró una significativa pluralidad de enfoques, tanto en Europa como en América, contribuyendo a mantener viva la dialéctica entre diferentes ideas y modelos de "Occidente". Vatican News habla de ello con Don Roberto Regoli, Director del Departamento de Historia de la Iglesia de la Universidad Gregoriana:

El historiador explica que la idea de Occidente, no diversa de la idea de Europa; ha sido desde la antigüedad objeto de las más diversas interpretaciones, que han tratado de definir su extensión y sus límites tanto en el plano territorial como en el cultural, en un "crescendo" de complejidad sobre todo a partir del descubrimiento del Nuevo Mundo americano.

Si a principios del siglo XX el recurso cada vez más frecuente al concepto de "Occidente" era funcional a la legitimación del paso ideal del testigo de Europa a los Estados Unidos como guía moral de lo que convenientemente puede llamarse el "mundo occidental"; tras la Segunda Guerra Mundial los procesos de interconexión económica, política, cultural y social que atravesaban el mundo contribuyeron a conformar una idea de Occidente como una entidad orgánica, animada por los mismos valores básicos (como la forma democrática del Estado y un modelo capitalista de desarrollo económico), alimentando un imaginario que se fue fortaleciendo en las décadas de la Guerra Fría.

En estos mismos años, hay que mencionar el nacimiento del Estado de Israel, subrayando que en 1948 redefinió una vez más las fronteras territoriales de Occidente, creando un emplazamiento de gran valor simbólico en una de las fuentes históricas e ideales de la cultura europea, Jerusalén. Un acontecimiento no exento de tensiones con las comunidades cristianas presentes desde hace milenios en Oriente Medio que ayuda a comprender cómo Occidente no es un concepto territorial.



La peculiaridad del mundo católico
Asimismo, Don Regoli recuerda la insistencia en una idea de democracia sustancial y de participación que empezó a caracterizar la reflexión y la acción del mundo católico a partir del pontificado de Pío XII, citando las diferentes experiencias de "democracias cristianas". En particular, explica que se puede hablar de una visión de tipo personalista de la que también derivó la apertura a la dimensión de la libertad religiosa y los derechos humanos en la época del Concilio.

Desde otro punto de vista -añade- se puede subrayar la actitud crítica hacia el sistema capitalista, que todavía durante el pontificado de Pacelli -en continuidad con la elaboración doctrinal de los pontificados anteriores- llevó en algunos casos, especialmente en América Latina, a cultivar el diseño de una "tercera vía" entre el capitalismo y el colectivismo, destinada a dar paso a intentos más realistas de humanización de la economía de mercado. Además, en el hemisferio occidental la relación con el mundo americano, en particular con sus ambiciones globalizadoras y las raíces protestantes de su cultura liberal, es vivida por la Santa Sede, que con los Estados Unidos comparte el compromiso contra la difusión del comunismo, no sin momentos de tensión dialéctica en la medida en que ambos reclaman el papel de auténtico intérprete de las exigencias de la civilización occidental.

La singularidad de los regímenes autoritarios en España y Portugal
En un contexto ampliamente dominado por la dinámica bipolar, un importante elemento de continuidad con el orden de preguerra lo representan los regímenes autoritarios de España y Portugal, como recuerda el otro historiador implicado en la primera línea del proyecto "Occidentes", Paolo Valvo, investigador de Historia Contemporánea en la Universidad Católica de Milán, abordando otros puntos clave:

Valvo recuerda que, en intención, los regímenes de España y Portugal siguen encarnando el ideal del "Estado corporativo católico" sobre el que reflexionaron muchos católicos occidentales en los años treinta, incluidos los que después de 1945 se convirtieron en protagonistas de la reconstrucción democrática en sus respectivos países.

El investigador Universidad Católica de Milán destaca, que en este contexto, se razonaba sobre todo en términos de idealidad, sin dejar de tener en cuenta, sin embargo, los aspectos represivos de estos regímenes y la actitud mostrada al respecto por el mundo católico de referencia. Al respecto, Valvo señala que son muchos los aspectos que hay que considerar y que por eso es útil el intercambio y la contribución entre diferentes estudiosos, no sólo de diferentes universidades y países, sino también de diferentes disciplinas.



Un objetivo común de investigación histórica, de hecho, reúne la experiencia científica de cuatro universidades: Università Cattolica del Sacro Cuore, Pontificia Università Gregoriana, Universidad de Navarra, Universidade Católica Portuguesa. En este sentido, Valvo destaca que el proyecto hace uso de un amplio abanico de perspectivas metodológicas -desde la historia global hasta la historia económica y social, pasando por la historia de las relaciones internacionales y la historia del pensamiento- y se detiene en la importancia de la sinergia entre los respectivos esfuerzos de investigación, explicando que ya existe una apertura a futuras contribuciones de otros estudiosos.

Es evidente que el hecho de que el trabajo de los investigadores individuales se incluya en un horizonte internacional representa un valor añadido. Finalmente, el investigador puntualiza que los resultados del estudio y la colaboración entre distintas universidades y distintos países se comunicarán preferentemente a través de seminarios periódicos, también a distancia, y de publicaciones científicas (monografías, artículos en revistas y volúmenes colectivos), favoreciendo el acceso abierto siempre que sea posible. Para cada área temática también está previsto organizar una conferencia internacional que podrá celebrarse en una de las universidades participantes.







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