Menu


Dos motivos de la censura
Surgen problemas de diverso tipo cuando la censura se aplica en revistas culturales o científicas.


Por: P. Fernando Pascual, LC | Fuente: Catholic.net



La censura puede tener diversos motivos. Hay dos que suelen darse con frecuencia.

El primero consiste en considerar que la verdad tiene derecho a difundirse, mientras que la falsedad debe ser marginada o incluso perseguida.

El segundo, unido normalmente (pero no siempre) al anterior, defiende que hay cierto tipo de ideas e informaciones que provocarían daños en las personas o las sociedades.

Por ejemplo, quien lanza una calumnia que daña a inocentes de modo grave recibe un castigo más o menos serio, al mismo tiempo que se busca borrar la calumnia para evitar que se difunda en la prensa, o en Internet, o de otros modos.

Hay situaciones en las que se aplica la censura contra ciertas verdades. Imaginemos un dictador o un grupo de poder que comete delitos, y que trabaja, de diversos modos, por censurar las noticias que puedan darlos a conocer.



Surgen problemas de diverso tipo cuando la censura se aplica en revistas culturales o científicas, que impiden que se publiquen artículos que van contra las ideas dominantes, lo cual a veces puede impedir un sano debate entre diferentes puntos de vista.

El mundo de Internet, supuestamente abierto a todas las voces, ha aplicado y aplica diversos métodos de censura: cierre de páginas acusadas de promover la violencia, o de engañar a compradores incautos, o de difundir mentiras pseudocientíficas.

En ocasiones, esa censura de Internet puede surgir desde intereses particulares, por ejemplo cuando un grupo de presión busca silenciar a quienes piensan de otra manera, para imponer las ideas de ese grupo e impedir la difusión de ideas diferentes.

Los problemas que surgen a la hora de decidir quién censura, según qué criterios, y sobre qué temas, son tantos que llevan a la necesidad de comprender mejor el sentido de la libertad de expresión y el modo correcto de tutelarla.

Al mismo tiempo, hace falta profundizar en los dos motivos señalados al inicio. En el primero, porque no resulta fácil, en un mundo pluralista, distinguir entre lo verdadero y lo falso, si es que no ocurre que se llegan a defender ciertas falsedades (como en el nazismo o el comunismo de Estado) como si fueran las únicas verdaderas.



En el segundo, porque, aunque resulte cierto que una difusión indiscriminada de cualquier idea o información (aunque sean verdaderas) pueda ser peligroso, también es peligroso que haya quienes controlen la información, según la famosa pregunta ya formulada en el mundo antiguo: ¿quién vigilará a los vigilantes?







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |