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Ante las falsedades
Sin respeto a la libertad de expresión es fácil incurrir en totalitarismos informativos.


Por: P. Fernando Pascual, LC | Fuente: Catholic.net



Errores, medias verdades y mentiras giran continuamente entre los seres humanos.

Las falsedades y los errores se difunden en familia, entre amigos, a través de las redes sociales, desde medios de información que no realizan bien su trabajo.

Ante las falsedades algunos intentan responder con la verdad o, al menos, con la denuncia de lo falso.

Así, periodistas, páginas de internet, o simples particulares, avisan sobre el engaño de una foto, sobre la falsedad de un dato, sobre la descontextualización de una frase.

Denunciar falsedades resulta difícil, sobre todo si hay algunos muy interesados en que lo verdadero quede neutralizado al ser acusado como falso.



Solo es eficaz un serio y sereno esfuerzo para superar las falsedades si se construye desde la mayor cercanía posible a la verdad, lo cual exige una honestidad a toda prueba.

Hay que reconocer que, sobre muchos temas, hay muchas dificultades a la hora de acercarse a la verdad, sea por falta de tiempo, sea porque están en juego intereses y prejuicios más o menos concretos.

Basta con ver los litigios y protestas ante presuntos (o reales) fraudes en unas elecciones, o constatar la confusión que se genera cuando se divulga como dato científico la eficacia de una vacuna que todavía no tiene las mínimas garantías de seguridad...

Pero esas dificultades no impiden que haya personas que, con mentes abiertas y corazones honestos, sean capaces de señalar errores y falsedades que giran por nuestro mundo y que pueden provocar mucho daño.

Esa denuncia, desde luego, será sana si está unida al respeto de la libertad de expresión. Porque sin tal respeto es fácil incurrir en totalitarismos informativos que, con la excusa de perseguir lo falso, llevan a silenciar también lo verdadero.



Si se deja a un lado el peligro de las dictaduras informativas, un pluralismo bien entendido y un leal esfuerzo por escuchar a todos, iluminará mejor tantos asuntos que nos interesan, y hará posible distinguir mejor entre lo verdadero y lo falso.







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