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Si a alguien se le cae en un pozo su burro o su buey, ¿No lo saca aunque sea sábado?
Meditación al Evangelio 30 de octubre de 2020 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



¿No es cierto que toda persona, para poder sobrevivir, necesita el agua suficiente para su organismo? Lo es. Sin embargo, algunas veces por mal funcionamiento del mismo organismo, el agua retenida se convierte en una enfermedad y en un peligro para la persona. Así, el hidrópico sufre normalmente hinchazón de piernas, de estómago o de las manos.

Es notorio su desajuste también en la hinchazón de la cara. La acumulación de líquidos se produce por un desequilibrio en el nivel de los líquidos del organismo. Es decir, desequilibrio en las cosas necesarias. Lo que sucede a nivel corpóreo, con frecuencia también sucede a nivel de relaciones y de comunidad. Es buena la ley y regula las relaciones de la comunidad.

Establece tiempos y formas también de manifestar el respeto y culto a Dios, pero cuando hay un desequilibrio y exceso en la valoración y función de la ley puede provocar graves problemas en las relaciones. Cristo, al curar al hidrópico, sentenciando además la superioridad del valor de la persona, sobre el valor de la ley, nos enseña cómo debemos regir nuestras acciones.

No es más importante un burro o un buey que una persona, dirían los campesinos de aquel tiempo. ¡Cuántas veces nos lo ha repetido el Papa Francisco! La ley no salva, sino el amor. No quiere una Iglesia anquilosada en las estructuras, sino viva y palpitante en el amor. No quiere una Iglesia caduca y sostenida en sus seguridades, sino abierta y arriesgada en el Evangelio. No es más importante el negocio, la ganancia o la legalidad que las personas, tendremos que decir en nuestro tiempo. Sin embargo, muchas veces se pasa sobre las personas y con la maquinaria de las leyes y las ganancias, se destruye a los individuos.

Cristo nos enseña el valor de las personas y no podemos nosotros, sus discípulos, sucumbir ante las presiones de la ley o las ganancias dejando a un lado lo realmente importante: la persona, su dignidad y el proyecto del Padre. Nosotros necesitamos buscar su reinado en medio de una humanidad afligida en dolor, pero con esperanzas de salvación y liberación integral y humana. 










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