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11 de septiembre de 2020

Humildad para aceptar nuestra debilidad
Santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42. Viernes XXIII del Tiempo Ordinario


Por: Iker Trillas, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor te pido humildad para aceptar mis faltas, mis heridas, mis debilidades.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42

En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cómo somos los seres humanos que nos enfocamos en la paja que está en el ojo del de enfrente cuando nosotros tenemos una viga en el nuestro. Estamos siempre atentos cuando alguien falla o cuando alguien hace un error. Lo irónico es que nos ha pasado a nosotros, también, porque estamos hechos del mismo barro. Pero ¿cómo le vamos a ayudar si ni podemos ver porque tenemos una viga en nuestro ojo? Estamos peor nosotros que tenemos una viga entera en nuestro ojo que el otro con su paja. Es más, le vamos a hacer más daño si nos acercamos a quitarle la paja. Y no lo aceptamos. No aceptamos que hemos caído, que somos débiles, que solos no podemos, que necesitamos la Vida, que necesitamos la Fuerza. «¡Hipócrita!», dice Jesús. Cuánta humildad nos falta para aceptar la viga en nuestro ojo. ¿Nos podemos quitar la viga solos? ¿Podemos dejar los vicios que tenemos, los apegos, las tendencias que nos alejan de Dios? Acerquémonos a alguien que nos pueda ayudar, que ya no tenga una viga o una paja: principalmente acerquémonos a la confesión y la Eucaristía. Ahí es Él mismo el que nos va a quitar la viga y nos va a sanar.

Después podremos ayudar a aquel que tenga la paja en su ojo. O mejor aún, llevarlo a Jesús, sin pena, sin respeto humano, para que le quite la paja y así pueda entrar la Luz en su vida.

«Muchas veces, lo sabemos, es más fácil o más cómodo percibir y condenar los defectos y los pecados de los demás, sin darnos cuenta de los nuestros con la misma claridad. Siempre escondemos nuestros defectos, también a nosotros mismos; en cambio, es fácil ver los defectos de los demás. La tentación es ser indulgente con uno mismo ?manga ancha con uno mismo? y duro con los demás. Siempre es útil ayudar a otros con consejos sabios, pero mientras observamos y corregimos los defectos de nuestro prójimo, también debemos ser conscientes de que tenemos defectos. Si creo que no los tengo, no puedo condenar o corregir a los demás. Todos tenemos defectos: todos. Debemos ser conscientes de ello y, antes de condenar a los otros, mirar dentro de nosotros mismos. Así, podemos actuar de manera creíble, con humildad, dando testimonio de la caridad. ¿Cómo podemos entender si nuestro ojo está libre o si está obstaculizado por una viga? De nuevo es Jesús quien nos lo dice: “No hay árbol bueno que dé fruto malo, y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto”».
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de marzo de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Invitaré a alguien a rezar un padrenuestro de manera espontánea.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





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