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Los medios de comunicación y la responsabilidad educativa
Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plataen el programa “Claves para un mundo mejor”, con relación al mesaje del Papa para la Jornada Mundial de la Comunicaciones Sociales.


Por: Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de la Plata | Fuente: Aica.org



 

(12 de mayo de 2007)
El domingo 20 de mayo se celebrará la cuadragésimo-primera Jornada Mundial de la Comunicaciones Sociales, para esta ocasión el Papa entrega a la Iglesia y al mundo un Mensaje referido al interés de la Iglesia por los medios de comunicación.

Este año, el tema que ha elegido Benedicto XVI se refiere a una realidad muy sensible, que todos lo usuarios de los medios pueden comprobar fácilmente. El título lo dice todo: “Los niños y los medios de comunicación social, un desafío para la educación”.

El Mensaje es ante todo positivo, y está en la línea de lo que hace ya más de 40 años la Iglesia ha ido trazando como pastoral respecto de los medios de comunicación. El Papa se preocupa de la importancia que tienen estos medios para educar verdaderamente a las nuevas generaciones.

El Santo Padre hace una consideración interesante de cómo los padres de familia, las escuelas, los educadores, las parroquias y con ellas la acción pastoral de toda la Iglesia deben procurar educar al niño en el uso de estos medios. Cómo preparar en el discernimiento a los lectores, oyentes de la radio, televidentes y usuarios de las nuevas tecnologías de comunicación.

Hay que ayudarlos a ir tomando conciencia para que el acceso a los medios sea un ejercicio de verdadera libertad. El ideal a procurar es que los niños, desde pequeños aprendan a decidir qué cosas se pueden y de deben ver y oír y cuáles no.

En el fondo, este es el tema clave de la responsabilidad moral. Por eso los adultos, sobre todo quienes tienen una responsabilidad educativa, deben conducir a los niños en este camino de discernimiento, que es fundamental para su formación integral. En el proceso complejo de la educación de un niño tiene que tener cabida, y una cabida muy importante, la formación para el uso recto de los medios de comunicación.

En el Mensaje Papal hay otra vertiente: ¿qué influjo educativo tienen los medios? Estamos tentados de decir que más bien ejercen un influjo deseducativo, pero el mensaje del Santo Padre tiene un tono netamente positivo y hace ver qué importante podría ser el uso de los medios como un camino de crecimiento en la percepción de la verdad, de la bondad, de la belleza, en la plasmación de la personalidad de un hombre o una mujer que alcance la plenitud de su humanidad.

Sabemos que existe un fenómeno contrario, que nosotros podemos constatar simplemente si nos sentamos un día a ver televisión. ¿Quién podría resistir 24 horas delante de la pantalla chica aquí en la Argentina?

Hay un párrafo del Mensaje que deseo citar, y que dice: “toda tendencia a producir programas, incluso películas de animación y videojuegos, que exaltan la violencia y reflejan comportamientos antisociales o que en nombre del entretenimiento trivializar la sexualidad humana es perversión”. Notemos esta palabra fuerte, severa, que es “perversión”. Es decir que en lugar de educar, este tipo de programas está pervirtiendo, está produciendo una deformidad en el centro más delicado de la personalidad, en el alma de una persona.
Y sigue el Santo Padre mostrando una contraposición entre la actitud de Jesús con los niños, al recibirlos afectuosamente, al bendecirlos, y el efecto siniestro que ejerce un medio de comunicación que pervierte.

En este punto el Papa cita una frase que para nosotros los argentinos es tabú. Diría, hasta casi prohibida, por los inconvenientes que produjo un equívoco acerca de ella. Es una frase del Evangelio acerca de la gravedad del escándalo “el que escandaliza a uno de estos pequeños más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino”... la cita es incompleta, pero todos conocemos su continuación.

La gravedad de escándalo está señalada por esta frase de Jesús. Escándalo significa piedra de tropiezo, trampa, aquel obstáculo que incita a caer. Entendamos a caer en la infidelidad, en el pecado. Tendríamos que pensar qué significa esa oleada de violencia, de banalidad, de perversión sexual que muchas veces aparece en la pantalla, qué efecto fatal va produciendo en las almas a lo largo de horas y horas.

¡Cómo se pierde el tiempo y el dinero con programas lamentables en la televisión!

Que este Mensaje sirva a todos: educadores, padres de familia, y especialmente a los empresarios de la industria mediática y a los encargados de la publicidad, para tomar conciencia de la responsabilidad que deben asumir respecto de estos formidables medios de comunicación, para que sean educativos en orden a la verdad, la bondad y la auténtica belleza, a favor de las nuevas generaciones.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

 







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