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23 de mayo de 2020

Dios salva
Santo Evangelio según san Juan 16, 23-28. Sábado VI de Pascua


Por: Edgar Maldonado, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, quiero escucharte. Quiero escuchar tu voluntad y cumplirla en mi vida para que mi alegría sea completa en ti. Sé que me amas, creo que saliste del Padre y viniste a estar a mi lado.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 16, 23-28

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro: cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá.

Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.

Les he dicho estas cosas en parábolas; pero se acerca la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que les hablaré del Padre abiertamente. En aquel día pedirán en mi nombre, y no les digo que rogaré por ustedes al Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que salí del Padre. Yo salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús dice: «cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá». ¿Qué significa el nombre de Jesús? Un evangelista dice Dios salva, otro Emmanuel, que a su vez significa, Dios con nosotros. Simplemente quiere significar Salvador. El nombre de Jesús es misión, misión de salvación, de presencia y de sanación. Entonces, cuando Jesús nos exhorta a pedir en su nombre, en el fondo, ¿qué está diciendo? Nos dice lo siguiente: cuanto pidas en favor de la salvación de las almas, mi Padre te lo concederá; cuando pidas en favor de la sanación de los enfermos de alma y cuerpo, mi Padre te lo concederá; cuanto pidas en favor de mi presencia en la vida de aquellos que me buscan sin conocerme, mi Padre te lo concederá.

El Evangelio también dice pidan y recibirán. ¿Qué pedimos? Ya lo hemos dicho, pidamos experimentar la salvación de Dios en primera persona, pidamos ser sanados de toda enfermedad y de todo pecado, pidamos ser presencia de Dios para los demás pues, cada vez que pedimos, continuamos la misión de Jesús en la tierra. Pedir en su nombre no es otra cosa más que continuar lo que Él ha iniciado con su encarnación, sellado con su pasión y muerte, y confirmado con su resurrección gloriosa por los siglos de los siglos. ¿Qué recibiremos a cambio? La alegría completa, pues hay más alegría en dar que en recibir.

En la medida que recibimos del Señor gracia tras gracia, entonces, en su nombre, somos capaces de dar y ser salvación de Dios, presencia de Dios, sanación de Dios para todas las almas y así, nuestra alegría será completa.

«La oración nos libera del lastre de la mundanidad, nos enseña a vivir de manera gozosa, a elegir alejándonos de la superficialidad, en un ejercicio de verdadera libertad. En la oración crecemos en libertad, en la oración aprendemos a ser libres. La oración nos saca de estar centrados en nosotros mismos, escondidos en una experiencia religiosa vacía y nos lleva a ponernos con docilidad en las manos de Dios para realizar su voluntad y hacer eficaz su proyecto de salvación. Y en la oración, yo les quiero aconsejar una cosa también: pidan, contemplen, agradezcan, intercedan, pero también acostúmbrense a adorar. No está muy de moda adorar. Acostúmbrense a adorar. Aprender a adorar en silencio».
(Discurso de S.S. Francisco, 9 de septiembre de 2017).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Hoy es sábado, Jesús, quiero contemplar en tu Madre Santísima cómo ella escuchó la voluntad del Padre y en su seno se encarnó la salvación. En su vientre acogió la presencia del Señor. Dio a luz la sanación a muchos enfermos y poseídos por espíritus malignos. Y a mí, ¿qué me toca hacer para ser una canal de salvación, presencia de Dios, y sanación?

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Responde a las siguientes preguntas: 1. ¿Necesito un salvador? 2. En el tiempo actual, ¿cómo se hace presente Dios en mi vida? 3. ¿Estoy sano en mi alma y en mi cuerpo? ¿Cuáles son mis enfermedades?

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





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