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Un Viernes Santo con la esperanza de la Resurrección
Cuando la vida cuesta, miremos al crucificado.


Por: Redacción | Fuente: Catholic.net



¡Vaya que este Viernes Santo es especial! ¿Quién podía prever esto? ¿Quién se hubiera imaginado meses atrás que nuestra vida se vería afectada de un modo dramático por un virus? De repente estamos limitados, confinados, o arriesgando la salud si la necesidad nos hace transitar por las calles. Hay temor, incerteza, malestar, tedio, fricciones en casa por estar tanto tiempo juntos. En algunos hogares, la paciencia se ha vuelto una virtud exigente.

Por otro lado, la creatividad e iniciativa también se han hecho presentes en las casas. Circulan por las redes sociales imágenes de las familias preparando sus casas para las celebraciones litúrgicas, dedicando un lugar para seguir la Misa, elaboran su altar especial. Se ha palpado el significado de "Iglesia doméstica" con mayor énfasis.

El que las iglesias hayan tenido que suspender las celebraciones públicas, pero no las celebraciones privadas, de los sacramentos por la cuestión sanitaria ha provocado todo tipo de comentarios y opiniones, desde el catastrofismo hasta el conformismo. Así es nuestra Iglesia, variopinta, rica en su gente. Al final de la pandemia las iglesias volverán a abrir, nos volveremos a reunir para festejar juntos el Pan de Vida. Podremos acercarnos al sacramento del perdón, celebrar los bautizos, bodas y hasta las Misas por nuestros difuntos. Hoy hay gente que no puede enterrar a sus muertos, ni velarlos, ni llevarlos a una iglesia. Hoy hay gente que no puede salir de sus casas. Y hay gente que no saldrán ya jamás pues el virus les quitó la vida.

Hay quienes piensan que todo esto es una exageración. Y hay quienes piensan que no se está haciendo lo suficiente para combatir la pandemia. Hay quienes quieren seguir viviendo su vida como si nada pasara, y hay quienes la vida monástica se ha vuelto un ejemplo de cómo vivirla en casa. Para unos y otros, este es un Viernes Santo especial. Es la cruz que nos toca cargar, cada uno según su circunstancia, pero la cruz que Dios nos dá. Cristo nos dio la pauta hoy. Él fue al extremo: Si es tu Voluntad, aparta de mí este Cáliz, pero no se haga mi voluntad.

¡Vaya que nos pone la bandera alta! ¿Estamos dispuestos a ofrecer este tiempo de confinamiento con esa enseñanza de Jesús? Si es tu Voluntad, aparta de mí este Cáliz, pero no se haga mi voluntad.



Sabemos que el Viernes Santo no es el fin del camino. Sabemos que hay un Domingo de Resurrección. Hoy nos toca vivir un Viernes Santo especial. Esperemos, pues, nuestro propio Domingo de Resurrección (¡Ven, Señor, no tardes!).







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