Menu


María escogió la mejor parte y nadie se la quitará
Meditación al Evangelio 8 de octubre de 2019 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Ya ayer meditábamos y contemplábamos las enseñanzas que encierra el libro de Jonás. Hoy continuamos con este muy pequeño pero interesante librito. Nos encontramos ya en el capítulo tercero y vuelve a aparecer el llamado y la misión dada por Dios a Jonás. Parecería que el amor de Dios es más insistente que la rebeldía y que la oposición del hombre. Contra su voluntad, va Jonás a predicar un castigo en el que él mismo no cree, pero se le ha pedido que anuncie.

El profeta habla en nombre del Señor y a veces en contra de sus propios deseos. Es frecuente que encontremos estas situaciones en los profetas: tienen que dar un mensaje que muchas veces no les gusta y que de sus ganas no lo harían. Sin embargo, ahí está el mensaje y para su sorpresa el pueblo de Nínive se convierte y cambia de actitud. Todos, desde hombres hasta animales, se ponen o son puestos en ayuno.

Manifiestan su arrepentimiento y buscan dejar de cometer injusticias. Y Dios, al mirar cómo se convierten de su mala vida, cambia de parecer y no les manda el castigo que había determinado imponerles.  Esto provoca un fuerte enojo y disgusto a Jonás, siente que ha sido burlado y que no se le volverá a creer. Pone por encima de la voluntad y el reconocimiento de Dios, su propia voluntad y su propio reconocimiento.

Quizás hoy nos falte insistir en la conversión. Tanto fieles como pastores nos hemos concretado a anunciar preceptos, pero no a insistir que la Buena Nueva siempre inicia con un camino de conversión. Y, atención, es propuesta de conversión, no es condena anticipada. A mí siempre me sorprende que el amor y el perdón de Dios es más grande y accesible que el perdón de los hombres.

Él siempre está en búsqueda de cada uno de nosotros y espera nos convirtamos, que dejemos cada uno nuestra mala vida y no volvamos a cometer injusticias.

También tenemos que estar atentos a no condenar a los demás y a alegrarnos con su arrepentimiento. Mirar a cada persona como la miraría Dios, Padre amoroso, que sale en búsqueda de sus hijos. Hoy es tiempo de conversión, de arrepentimiento y de acogida del pecador. El Señor nos busca y nos espera en este día.







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |