Menu



6 de agosto de 2019

Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan
Santo Evangelio según san Lucas 9, 28-36. Martes XVIII del Tiempo Ordinario


Por: H. Leonardo Garzón, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias por regalarme este tiempo contigo. Gracias por escogerme y amarme tanto. María, que quieres tanto a Jesús y a mí, hazme un poco más como tú, un reflejo del amor de Dios para quien encuentre.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 28-36

En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban del éxodo que Jesús debía realizar en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que decía.

No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: “Este es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo.

Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Imagina que la persona que más admiras te invita de sorpresa a cenar. No será nada formal, sólo tú y él, para platicar y estar juntos. Tienes libertad para preguntar lo que quieras. ¿Qué sentirías? ¿Qué le contarías?

La oración es algo así. Jesús, el hijo de Dios, Dios mismo, puro amor todopoderoso, nos invita a estar con Él en un clima de confianza, de intimidad, de dejar todo y poder ser tú mismo. Por eso dice el Evangelio de hoy que Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan. Se hizo acompañar... les pidió que fueran con Él, porque quería estar con ellos. De la misma manera, Él quiere estar contigo hoy, y revelarte, como a los apóstoles aquel día, quién es Él y quiénes son ellos: Este es mi Hijo, mi escogido.

«Subamos también al monte con Jesús. ¿Pero en qué modo? Con la oración. Subamos al monte con la oración: la oración silenciosa, la oración del corazón, la oración siempre buscando al Señor. Permanezcamos algún momento en recogimiento, cada día un poquito, fijemos la mirada interior en su rostro y dejemos que su luz nos invada y se irradie en nuestra vida. En efecto el Evangelista Lucas insiste en el hecho que Jesús se transfiguró “mientras oraba”. Se había sumergido en un coloquio íntimo con el Padre, en el que resonaban también la Ley y los profetas —Moisés y Elías— y mientras se adhería con todo su ser a la voluntad de salvación del Padre, incluida la cruz, la gloria de Dios lo invadió transparentándose también externamente. Es así, hermanos y hermanas: Cuántas veces hemos encontrado personas que iluminan, que emanan luz de los ojos, que tienen una mirada luminosa. Rezan, y la oración hace esto: nos hace luminosos con la luz del Espíritu Santo».
(Ángelus de S.S. Francisco, 17 de marzo de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy voy a visitar a Jesús en la Eucaristía para estar con Él en silencio, en oración unos minutos, para dejar que mi corazón se transfigure por su amor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |