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Una escucha activa de Dios
Santo Evangelio según San Mateo 1, 18-24. Martes III de Adviento.


Por: H. Francisco Javier Posada Huaracha, L.C. | Fuente: missionkits.org



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, dame la gracia de escuchar tu voz y poder seguirla con amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)



Del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-24

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel que quiere decir Dios-con-nosotros.

  1. José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.

Palabra del Señor.



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Dios nos ha hablado y sigue hablando de muchas maneras (cfr. Heb.1,1); ponerle atención es el primer paso de nuestro camino hacia la felicidad. Este camino está compuesto por dos pasos esencialmente, el de la escucha atenta y el de hacer lo que Él nos dice. En este pasaje del Evangelio san José se encuentra ante una situación difícil, algo que a primera vista no puede entender; le es duro darse cuenta del plan que Dios tiene para él y para su familia, pero siendo un hombre que es capaz de escuchar a Dios, aunque ya había tomado su decisión de obrar de otro modo, a darse cuenta del querer divino y actuó conforme a éste.

Las formas en las que podemos escuchar a Dios son muy variadas, sin embargo, hay algunas que tienen prioridad en nuestras vidas como son la Sagrada Escritura y las personas más cercanas a nosotros, porque Dios es capaz de usar nuestra vida cotidiana para comunicarnos su mensaje. Una escucha atenta vale mucho en una relación, especialmente con las personas más cercanas a nosotros que a veces pueden pasar desapercibidas. Dios nos invita a escuchar su voz en estos momentos.

Después de reconocer la voz de Dios nos toca hacer lo que Él nos diga (Cfr. Jn 2,5) porque los mensajes que nos comunica nos impulsan a hacer realidad su querer divino en nuestras vidas. Pidámosle a Dios que nos conceda una gran fe para saber reconocer su voz y la gracia necesaria para hacer lo que nos pide con amor.

Jesús, María y José. María con su generoso sí permitió que Dios se hiciera cargo de esa historia. José, hombre justo, no dejó que el orgullo, las pasiones y los celos lo arrojaran fuera de esa luz. Por la forma en que está narrado, nosotros sabemos antes que José lo que le ha sucedido a María, y él toma decisiones mostrando su calidad humana antes de ser ayudado por el ángel y llegar a comprender todo lo que sucedía a su alrededor. La nobleza de su corazón le hace supeditar a la caridad lo aprendido por ley; y hoy, en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente, José se presenta como figura de varón respetuoso, delicado que, aun no teniendo toda la información, se decide por la fama, dignidad y vida de María. Y, en su duda de cómo hacer lo mejor, Dios lo ayudó a optar iluminando su juicio.
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de septiembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Escuchar atentamente a algún familiar como si estuviésemos escuchando a Cristo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 







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