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Homilia del 3 de Septiembre 2018

¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad!
Es el profeta que lleva esperanza pero que levanta conflictos.


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato | Fuente: Catholic.net



San Gregorio Magno

I Corintios 2, 1-5: “Les he anunciado a Cristo crucificado”

Salmo 118: “¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad!”

San Lucas 4, 16-30: “Me ha enviado para llevar a los pobres buena nueva – Nadie es profeta en su tierra”

 



Iniciamos hoy la lectura continuada del Evangelio de San Lucas que seguimos en la liturgia diaria. Y, como si quisiera ofrecernos un pórtico de lo que será todo su Evangelio, San Lucas nos presenta, con pocas palabras, a Jesús en todas sus dimensiones. Es un profeta, pero el profeta esperado de todos los tiempos, tiene una misión otorgada por su Padre: anunciar la Buena Nueva, sanar los corazones lastimados, restaurar los espíritus afligidos. Su misión brota de la presencia del Espíritu que lo unge y lo envía.

La realiza hoy, en el momento y lugar concreto, para las personas con quien convive, en especial, anuncia su Buena Noticia y Año de Gracia a los pobres y sencillos. Su palabra despierta admiración y su presencia hace percibir la presencia del Padre. Pero, desde este mismo inicio, también provoca rechazo, oposición y agresiones. Es el profeta que lleva esperanza pero que levanta conflictos. No es un profeta a modo, que calle ante las situaciones de dolor y de injusticia, sino el que busca levantar, construir, enderezar, desde lo pequeño y olvidado.

Este mismo Jesús con su misión y sus palabras viene a hacerse presente hoy. Hoy también se cumple para nosotros lo largamente anunciado, hoy es posible encontrar sentido a nuestras vidas, hoy es posible abrir nuestros ojos para contemplar su gloria, hoy es el año de gracia del Señor. ¿Cómo aceptamos a Jesús? ¿Nosotros también lo rechazamos y buscamos arrojarlo lejos de nuestra vida? Jesús nos ofrece su misma propuesta, ¿Cómo la recibimos nosotros? Parecería inconcebible que a quienes les ofrece una nueva oportunidad y una nueva visión del Reino, inmediatamente busquen despeñarlo.

Parecía también inconcebible que nosotros rechacemos esta presencia en medio de nuestro pueblo.

 



 







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