El Buho y la Mariposa
Por: María Luisa Martínez Robles | Fuente: Catholic.Net
Cerca de un estanque vivían el búho, la mariposa, pájaros y peces. Cada uno tenía sus costumbres y habilidades.
El búho vivía por la noche muy atento a todos los ruidos, se fijaba en todo lo que sucedía.
El pez tenía muy poca memoria, no se acordaba lo había hecho el día anterior.
El pájaro volaba de un árbol a otro, no se preocupaba de nada, vivía alegre, cantando y comiendo un insecto aquí, un granito allá.
En cambio la mariposa pasaba volando sin hacer ruido para no molestar a nadie. Se posaba de flor en flor dando los buenos días, diciéndoles a todas lo bonitas que eran. Cuando se posaba en ellas, con sus patas recogía el polen y así las ayudaba a fecundarse. Cuando extendía sus alas, parecían de seda, eran tan bonitas y había tan pocas mariposas en el estanque, que todas las personas que paseaban por allí se paraban a mirarla. Era muy especial.
Ella a veces se iba volando muy alto, se perdía entre las nubes, se olvidaba de buscar comida, incluso de volar. Se paraba al lado del búho y él le preguntaba, donde había estado, que había hecho, cuantas flores había visitado. Ella no sabía que contestar. Le costaba trabajo prestar atención. La belleza del sol, la altura de las nubes y el azul del cielo le causaban tanta admiración que se olvidaba de todo lo demás. De una cosa estaba segura: ayudar a los demás y hacerles felices era muy importante para ella. No lo olvidaba nunca.
El búho, el pájaro, el pez le preguntaron cómo se hacía felices a los demás. Ellos no sabían.
La mariposa les explicó que tenían que ser cariñosos, amables, escucharles, no molestar, ser comprensivos, nada egoístas….Ella lo hacía bien, pero ¡le costaba tanto no distraerse!
El búho le dijo que cuando estuviese haciendo algo procurase fijarse bien en todo lo que veía, recordándolo, como si hiciese fotografías, visualizando.
El pájaro le aconsejó que fuese a una zona tranquila del bosque. Sin ruido, sin distracciones, así se concentraría en lo que estaba haciendo.
El pez no tiene memoria, no podía darle consejos para que se acordase de las cosas, pero va acompañado de otros peces que le ayudan, que están con él. No le comparan con nadie. Le quieren como es.
Todos le aseguraron que con constancia y esfuerzo conseguiría cualquier cosa. Además ella sabía hacer felices a los demás y eso es lo más importante.
A algunas personas le pasa lo mismo que a la mariposa. Tienen dificultades para concentrarse, para observar y atender. No todos tenemos las mismas capacidades, las mismas aptitudes. Nos esforzaremos en mejorar, en aprender lo que no sabemos, con constancia, con interés. Lo que de verdad importa, es ser buenas personas y ayudar a los demás.
Pongamos nuestras aptitudes al servicio de los demás.