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II.8 Sanar la herida de la figura paterna.
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El padre representa nuestro origen y sanar el vínculo nos ayuda a tener una personalidad madura


Por: Pia Hirmas | Fuente: Catholic.net



Sanar la herida de la figura paterna.

La psicología freudiana y escuelas afines hicieron ver de relaciones enfermas la “normalidad” de la relación padre hijo. Dicho de otro modo, describieron esa relación desde la enfermedad y no desde la salud. Por eso será lógico que la “solución” sea romper con el padre, romper con la autoridad, emanciparse de las ideas y creencias transmitidas por él y en definitiva emanciparse de Dios porque la religión es una sublimación de una experiencia paterna fructífera, edificante y nutricia.

Indudablemente hay casos donde el hijo debe ser alejado de un padre abusivo y deba mantener siempre una distancia en la que se pueda sentir cómodo y seguro si quiere recontactar con el papá. Sin embargo, esto no es lo natural, ni es recomendable en condiciones incluso fracturadas, pero no riesgosas. El padre representa nuestro origen y sanar ese vínculo y ser capaces de perdonar, aún si no hay las condiciones para la reconciliación, es parte de nuestra propia posibilidad de consolidar una personalidad madura y armoniosa, a pesar de las heridas cicatrizadas y que puedan haber marcado nuestra alma.

Muchos adultos logran entender que sus padres, en la mayoría de los casos son agresivos, abandonadores e inmaduros en gran parte por una herida personal no atendida y no sanada. Pasan de víctimas a victimarios. Algunos tratan de ser diferentes, piden perdón, responden un poco mejor respecto de lo que ellos vivieron, pero no todavía suficiente como para no herir a su nueva familia. Por eso la distancia no resuelve el problema, por el contrario, por sí sola, sólo puede prolongar el modelo negativo de aprendizaje en el amor en las siguientes generaciones. La distancia tiene que ser primeramente emocional, interior, para poder relacionarse desde la libertad y no reaccionar como animal herido.

Cada hombre y cada mujer tiene que replantearse qué modelo de familia tiene, cómo fue su aprendizaje sobre el ser varón o ser mujer, cómo aprendió que era la vida de pareja y la paternidad. Quien no hace un esfuerzo consciente por reflexionar desde un lugar honesto y generoso de su corazón se va a limitar a imitar o hacer exactamente lo opuesto, pero en ningún caso hará lo correcto.



Todas las familias tienen heridas afectivas porque somos personas pecadoras que estamos tratando de ser mejores, al menos eso se supone, y nos casamos por amor, para crecer juntos y santificarnos, pero en el proceso nuestras miserias lastiman a nuestros seres queridos. Claro que hay unas más heridas que otras, padres de familia que son sobrevivientes de familias desastrosas, o padres de familia sin un marco de referencia moral que verdaderamente deforman el corazón y la mente de sus hijos con sus “novedades” liberales. Hay cada día más y más padres de familia egoístas e irresponsables que no hacen la tarea de crecer, por el contrario con los años se degradan más y dejan huérfanos emocionales a merced de todas las ofertas de la “cultura de la muerte”.

 



Artículo patrocinado.

Gracias a nuestro bienhechor Rafael Alvarez García por su donativo, que hizo posible la publicación de este artículo

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