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Homilia del 28 de Junio 2018

La casa edificada sobre roca ...
Para construir la propia vida, se requiere estar bien cimentados en Cristo


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato | Fuente: Catholic.net



San Ireneo, Mártir.

II Reyes 24, 8-17: “El rey de Babilonia se llevó cautivos a Joaquín y a todos los hombres poderosos”

Salmo 78: “Socórrenos, Dios, salvador nuestro”

San Mateo 7, 21-29: “La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena”

 



Todos hemos sido testigos de cómo los temblores o simples  borrascas y vientos, destruyen las viviendas que no tienen solidez. Todos sabemos que la casa construida sobre arena se la lleva el viento o el agua. Pero también todos somos conscientes de que en nuestra vida seguimos construyendo “sobre arena”, en las prisas, en las necesidades urgentes, en lo aparente y que no somos capaces de cimentar nuestra vida en Cristo que es nuestra roca. Así cualquier pequeña dificultad nos hace derrumbarnos. No estamos centrados en Cristo sino en nosotros mismos: una enfermedad, una tentación, la ambición, nos pueden hacer caer. Para hacer una casa fuerte y consistente se requieren planos, se necesita un arquitecto, poner fuertes cimientos y los albañiles que se dediquen a hacer la tarea.

Para construir la propia vida, se requieren también todos estos elementos, pero sobre todo estar bien cimentados en Cristo que es nuestra roca. Hoy parecemos más bien veletas que nos dirigimos a donde nos lleva el viento, que nos hace cambiar de rumbo cualquier brisa y que nos derrumba el más leve soplo. ¡No tenemos cimientos! ¿Qué hay en nuestro corazón para sostenernos en las dificultades? Jesús habla claramente a quien quiere ser su discípulo y afirma que no todo el que diga: “¡Señor, Señor!” entrará en el Reino de los cielos, sino aquel que cumpla la voluntad de mi Padre. Es fácil la palabra, es fácil decir que sí, es difícil que nos comprometamos. Alguien pedía que le explicaran  por qué los mexicanos somos tan contradictorios sobre todo en relación con nuestra religión y con nuestras amistades. Parecería que somos todos muy religiosos, bautizados en un alto tanto por ciento, con algunas prácticas religiosas, pero no llevamos nuestras creencias hasta sus consecuencias últimas. El Papa constantemente nos hace notar esa contradicción. No se puede, nos dice, comulgar y vivir una vida de pecado, de egoísmo, de desprecio a los demás.

Y sin embargo eso hacemos muchos, y tenemos que reconocer que estamos a merced del pecado, pues nuestra espiritualidad queda en sentimentalismos más que en compromisos y acciones. Es triste que amparándonos en las imágenes o en aparente acto de alabanza a Dios, justifiquemos injusticias, violaciones y asesinatos.

 

 



 

 







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