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Dogmas, verdades, sentimientos, acciones
Avanzar hacia la verdad.


Por: P.Fernando Pascual, L.C. | Fuente: Catholic.net



Entre las muchas propuestas que circulan en nuestros días, una defiende que no vale la pena discutir sobre teorías, ideas, dogmas, verdades, para así facilitar la colaboración de las personas en proyectos que mejoren la existencia terrestre.

Tal propuesta supone, por un lado, que el mundo de las ideas y los dogmas genera discusiones a veces peligrosas, que no llevan a mejoras en la gente, que incluso provocan guerras y odios en la historia humana.

Por otro lado, esa propuesta cree que sin confrontar las ideas entre unos y otros, sería posible establecer modos de colaboración eficaces, por ejemplo, a la hora de combatir el hambre, de eliminar las injusticias, de fomentar la acogida a los emigrantes.

Si analizamos el tema más a fondo, reconoceremos que la propuesta anterior carece de errores graves y de un peligro nada despreciable. Porque nadie actúa sin estar convencido de que lo que hace vale la pena; y porque las verdades son irrenunciables incluso para quienes las desprecian.

No se trata aquí de evocar o imitar alguna de las muchas paradojas de Chesterton. Lo que sí hace falta es reconocer que quien defiende que sin ideas y con puros sentimientos viviríamos mejor y sin conflictos lo hace porque tiene un dogma antidogmático, lo cual es una paradoja sorprendente.



Por eso, cuando encontramos a un musulmán y a un cristiano, a un teísta y a un ateo, a un liberal y a un estatalista, que discuten a fondo sus principios, dogmas, presupuestos, deberíamos sentir admiración al ver cómo se confrontan en lo específico de su humanidad: la capacidad de pensar.

Mientras una parte del mundo moderno ha construido un dogma racionalista según el cual la ciencia empírica un día llegaría a explicarlo todo, otra parte de ese mismo mundo moderno desprecia las discusiones dogmáticas, filosóficas, teológicas, desde un vago humanitarismo, un sentimentalismo confuso, o un ingenuo sueño de dejar de lado la verdad como si ello mejorase las relaciones humanas.

Para superar tal error, hace falta reconocer que los seres humanos necesitamos confrontarnos acerca de nuestras ideas, sobre todo cuando sean más diferentes entre sí. Porque solo entonces será posible superar lo que pueda estar herido por errores o engaños, y avanzar hacia lo único que permite mejorar las acciones humanas a nivel personal y comunitario: el acercamiento hacia la verdad.







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